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El impacto del COVID-19 en México

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Pedro Escamilla

 “Nos enfrentamos a una catástrofe generacional que podría desperdiciar un potencial humano incalculable, minar décadas de progreso y exacerbar las desigualdades arraigadas” – António Guterres, Secretario General de la Naciones Unidas.

Las tremendas palabras, con carácter apocalíptico, del Secretario de las Naciones Unidas (ONU) obligan a la reflexión y acción de los gobiernos del mundo y de los líderes empresariales y sociales.

Da mucho que pensar ya que, por la visión global que tiene, muestra que esa catástrofe tiene varias aristas con enormes repercusiones, y con gran impacto en la actividad humana. Veamos qué consecuencias tendría esta profecía en nuestro país de no evitar su cumplimiento o cuando menos atenuarlo.

La primera es de índole sanitaria. El Coronavirus ha sido causante de una catástrofe generacional cuyo inicio, crecimiento y sin todavía finalización, ha tenido como efecto un colapso en un sector social muy importante: la salud.

Según estudios de la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económico (OCDE), para tener un sistema de salud óptimo en nuestro país se requiere invertir el 6% del PIB; en agosto de 2019 apenas se invertía el 2.5%. En consecuencia, al llegar a México, la pandemia encontró al sistema de salud enfermo y su propagación planteó al Estado en sus niveles de gobierno el posible colapso del sistema. Además, de acuerdo con la Revista Forbes México, en el último sexenio, el de Peña Nieto, el presupuesto dedicado a la salud bajó un 2% en términos reales: en 2012 fue de 580,000 millones de pesos y al final del gobierno fue de 569,000 millones; en tanto las necesidades aumentaron, el número de beneficiarios de la salud pública se incrementó en 6.3 millones.

De acuerdo con el trabajo “Estadísticas en Salud de México (OCDE) 2019” se tiene la siguiente información que permitirá hacer análisis comparativo de México con otros países, y así dar una visión del papel y el lugar que tiene nuestro país en lo que respecta al sistema de salud.

“Del gasto en salud general que incluye, la prevención, curación, rehabilitación, terapia y tratamientos, México se encuentra muy por debajo del promedio internacional, que es de $3992 USD per cápita, cifra que incluye la aportación personal y gubernamental, casi equivalentes. Nuestro país apenas se ubica por encima de India, Indonesia, China, Colombia y Sudáfrica con $1138 USD, cifra casi diez veces menor que la de Estados Unidos, el país que más invierte en su salud.

“El gasto total en salud incluye insumos farmacéuticos tales como los medicamentos recetados, automedicación y los administrados en los centros de salud. En México, este gasto asciende al 22.7% del total, formando parte de los países que más invierten en la industria farmacéutica como Rusia, Hungría, Letonia, Grecia, Eslovaquia y Lituania. Se aleja considerablemente de Dinamarca, el país que menos invierte en este campo, con 6% de su gasto total en salud.

“Por supuesto, las figuras cruciales en materia de salud son los médicos y enfermeros(as), el personal médico que, para poder llegar a satisfacer las demandas de la población adecuadamente, deben prepararse por años para brindar sus servicios. A pesar de la deserción que pueda presentarse en Medicina, en México hay 13.5 egresados de esta carrera por cada mil habitantes, cifra que nos coloca entre los países con mayor cantidad de egresados en las escuelas de Medicina.

“No ocurre lo mismo con las personas especializadas en Enfermería, cuya cifra de egreso alcanza los 15 por cada mil habitantes, apenas superando al país con el conteo más bajo, que es República Checa con sólo 14 personas por cada mil habitantes. Se produce un gran contraste con Suiza, donde esta cifra asciende a 101 graduados como enfermeros.

“Es necesario mencionar que no todas las personas que alcanzan el grado de médico o enfermero hacen ejercicio de su profesión; o, al menos, no lo hacen simultáneamente. Esto también se refleja en las estadísticas internacionales, donde es posible localizar a México con apenas 2.4 doctores y 2.9 enfermeros por cada mil habitantes, cifra que podría resultar insuficiente para la atención o, al menos de gran consideración; mientras que Austria lidera la lista de médicos que ejercen con 5.2 y Noruega la de enfermeros con 17.8, abriendo una gran brecha de distancia muy difícil de alcanzar para nuestro país.

“El paciente, el otro actuante esencial del ejercicio de la medicina, se conecta al personal médico por medio de consultas que permiten realizar diagnósticos y efectuar tratamientos médicos. Países del extremo asiático, son los que ostentan la mayor cantidad de veces que, en promedio, una persona visita al médico al año, siendo Corea el más alto con 16.6. El mexicano se encuentra en el otro extremo de la lista, apenas por encima de Costa Rica y Colombia, al realizar solamente 2.8 citas con el médico por cada año que incluyen visitas a clínicas, hospitales y consultas domiciliarias de medicina general o especializada.

“Estas consultas y los procedimientos que requieren para efectuar un adecuado diagnóstico y posterior tratamiento se encuentran de la mano con la infraestructura que puedan ofrecer las clínicas y hospitales que, como bien se presume por parte de algunos usuarios, resulta insuficiente. Tan sólo las camas que deben encontrarse con disponibilidad inmediata en caso de necesidad por algún paciente, apenas llegan a 1.4 por cada mil habitante. Esta cifra se encuentra mucho más cerca del país que menos camas tiene para sus pacientes, India, que cuenta con 0.5 camas, que de Japón, que cuenta con 13.1 de ellas disponibles por cada mil habitantes.”

De acuerdo con el Pacto internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales ( PIDESC), el derecho a la salud es el derecho al disfrute del nivel más alto de salud física, mental y social.

En el estudio Diagnóstico del Derecho a la salud (2018), en ese año el 30.9% del total de las localidades del país se encontraban en condiciones de aislamiento, concentrando un total de 3,137,271 personas sin acceso a servicios de salud.

Un aspecto muy importante para la salud del ciudadano lo representa su accesibilidad, esto es, la no existencia de barreras para el acceso a los servicios de salud. En el estudio anteriormente mencionado se consideran tres tipos: la física, la económica y la de información.

Física – Esta accesibilidad consiste en que el individuo y su familia tengan a su alcance, de manera oportuna, los establecimientos y los bienes y servicios de salud. En esta variable intervienen varios factores: aspectos geográficos, lo espacial, infraestructura vial, transporte, horarios de atención de los servicios. Para tener el más alto disfrute de salud en cualquier ciudadano se requiere el acceso oportuno. Si existiese una población con desarrollo desigual y algunas de las variables manejadas no se pudiese cumplir de manera oportuna, el derecho a la salud de manera plena no se daría. Si se considera que el 30.9% de las localidades del país se encuentran en condiciones de aislamiento es claro que 3,137,271 personas no tienen acceso a servicios de salud y, por lo tanto, a sus derechos.

Por otro lado, el Programa Sectorial de Salud (Prosesa 2013-2018) asienta que hay un crecimiento desordenado en cuanto a infraestructura que ha generado concentración de unidades pertenecientes a diferentes sectores de salud y, por otro lado, la subutilización de unidades, por falta de recursos humanos o de equipo.

Económica – Esta accesibilidad se da cuando el individuo puede pagar los gastos que se derivan del uso de los servicios de salud, así como de la utilización de su infraestructura, sea esta pública o privada.

Un indicador muy importante que da una idea de lo anterior es el gasto en salud en proporción al PIB. Según estudios de la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económico (OCDE), para tener un sistema de salud óptimo en nuestro país se requiere invertir el 6% del PIB, en agosto de 2019 apenas se invertía el 2.5%; esta información da una idea de cómo está el sector salud actualmente.

Una apreciación muy importante y muy arraigada en el colectivo social es la deficiencia en el uso de los bienes y servicios que proporciona el sector público, la poca calidad en la atención del derechohabiente por la gran cantidad de consultas en un determinado horario, y un cuadro básico de medicinas que no satisface las enfermedades de manera oportuna. De ahí que sobre todo las clases medias utilicen una parte de su gasto en salud en pagos al sector privado. De acuerdo con la OCEE 2016, en ese año el gasto privado (compuesto por la suma del gasto de bolsillo y el gasto en aseguramiento privado) fue el segundo más alto entre los países de la OCDE, justo debajo del de Estados Unidos.

Información – Esta accesibilidad se refiere al conjunto de medios que proporcionan información relevante acerca de prevención, promoción y condiciones de salud para una persona y una familia. La importancia de esta información consiste en que, si una persona no cuenta con el acceso a la información, podría poner en peligro su salud y la de la familia, desconocer sus derechos y no exigirlos. Al respecto, una encuesta realizada por la Cámara de Diputados en 2016 mostró que 51.4% de la población no había escuchado hablar sobre los derechos sociales; esta proporción es más alta en los estratos socioeconómicos más bajos.

En materia de la disponibilidad de los recursos para la salud se tiene la siguiente situación sobre personal médico, recurso humano indispensable para salvaguardar la salud de cualquier derechohabiente. El dato registrado contempla 2.4 doctores por cada mil habitantes; en el rubro de enfermeros, la estadística tiene 2.9 por cada mil; se deduce de esas cifras que México está por debajo de los niveles óptimos (5.2 y 17.8) de Austria y Noruega, respectivamente.

Con estas consideraciones en datos estadísticos se tiene una idea de la situación del sector salud: deficiente.

La segunda consecuencia, la económica, en nuestro país la situación es delicada. El 30 de julio del 2020, en un comunicado de prensa, el INEGI presentó la estimación del comportamiento del PIB durante el segundo trimestre, abril-junio, señalando que decreció en 17.3% con respecto al trimestre que le precede. Por componentes de actividad, las secundarias descendieron un 23.6%, las terciarias 14.5%, y las actividades primarias un 2.5%.

Si se compara el comportamiento anual, se tiene que el PIB tuvo un retroceso real del orden del 18.9% en el trimestre en cuestión. La economía de nuestro país tiene ya dos trimestres consecutivos a la baja, por lo que está en recesión.

La consecuencia de esta situación es que la riqueza generada por las actividades económicas de diferente índole decreció, hay menos riqueza generada para distribuir, y la consecuencia es la   creación de pobreza.

En un trabajo realizado por Gerardo Esquivel, miembro integrante de la Junta de Gobierno del Banco de México, denominado: Los impactos económicos de la pandemia en México, se analizan tres variables macroeconómicas: el consumo. el empleo y la pobreza.

En lo que respecta al consumo, plantea como variable para medir el comportamiento del consumo los pagos diarios con tarjetas de crédito y débito en las terminales de punto de venta. Según él, estos gastos representan el 16% del consumo privado en el país; de marzo a julio de 2020, la contracción del Gasto tuvo su decrecimiento más bajo en abril con un -30%. Los sectores más afectados han sido turismo, transporte y restaurantes.

En lo que respecta al impacto sobre el empleo, considerando información del IMSS en lo que respecta al empleo formal, de marzo a junio de 2020 se perdieron 1.1 millones de empleos formales, de abril a mayo se dio la mayor pérdida de empleo: 900 mil.

La pérdida de empleos formales en el periodo marzo-junio 2020 se ha concentrado en los trabajos de bajos ingresos, cerca del 83.7% corresponden a trabajadores que percibían entre 1 y 2 salarios mínimos.

En lo que respecta al tema de la pobreza, esta variable tiene mucho que ver con los ingresos. Con información del trabajo mencionado se tiene que, por obviedad, la pobreza se ha incrementado: al aumentar el desempleo, bajan los ingresos y, en consecuencia, el consumo. De acuerdo con el CONEVAL, la pobreza aumentó en 9.8 millones de personas.

La tercera consecuencia es social, particularmente educativa, y su transcendencia en el mediano y largo plazo es crucial ya que su no pronta recuperación traerá consecuencias que el Secretario de la Naciones Unidas al inicio de este artículo menciona.

Actualmente, dadas las condiciones de la pandemia, el aislamiento en las escuelas es un hecho, no hay clases presenciales en ningún nivel educativo, el proceso de enseñanza-aprendizaje se da a nivel virtual. A fines de agosto iniciaron las clases en línea en los niveles básicos, y a partir del mes de septiembre se llevarán a cabo las clases de la misma manera en el nivel superior.

¿Qué ventajas y desventajas tiene el nuevo modelo educativo? En principio, el proceso de enseñanza-aprendizaje en cualquier nivel educativo se da mejor a nivel presencial que en línea, la socialización se da en el proceso interactivo alumno-maestro y alumno-alumno, los comportamientos, las emociones, las conductas se manifiestan en la socialización y se pueden detectar hasta conductas anómalas; de ahí la importancia del acto presencial. Otra ventaja es el hecho de que la infraestructura necesaria para llevar a buen término una clase se encuentra en un salón: mobiliario, pizarrón, espacios para la recreación y el disfrute en los descansos. Desde luego, esta infraestructura es proporcionada por el Estado a través del presupuesto anual; al ser presencial la enseñanza, los servicios proporcionados por la escuela no le cuestan a los padres de familia de cualquier nivel socioeconómico, lo cual es bueno para la economía del hogar. No así sucede con el modelo de enseñanza en línea: en principio, el hogar carece de la infraestructura adecuada para la impartición de la enseñanza, hay mayor gasto en el hogar al tener que comprar aparatos tecnológicos, como computadora, internet, además que los gastos por el uso de energía eléctrica se elevan.

Hay una condición negativa con el modelo en línea. Debido a la crisis económica que vive el pueblo de México, los nuevos gastos en infraestructura tecnológica muchos hogares no podrán efectuarlos. En virtud del desempleo existen problemas de liquidez –no hay ingresos–, no hay capacidad de compra. Muchos niños y jóvenes de los diferentes niveles educativos dejarán de estudiar, y ese potencial humano se desperdiciará, ahondando la desigualdad, que ya de por sí es enorme en nuestro país.

Otra desventaja que implica el modelo en línea es que en el acompañamiento al niño y joven no está el docente, recurso humano capacitado y con las habilidades y competencias necesarias para realizar con éxito el proceso educativo; los padres o los hermanos que se quedan en casa no están capacitados. Si hay buenas condiciones económicas, los padres contratarán a un tutor para la atención del niño, pero esa situación solamente se puede dar en hogares cuyo ingreso no ha mermado o en los que todavía se puedan sufragar esos gastos. En estratos socioeconómicos bajos, en donde el desempleo, se da en mayor nivel, la presencia del niño o del joven se diluye. Los padres se abocarán a buscar trabajo, que es lo más urgente para el hogar, dejando en soledad a los educandos, cuando la presencia de un adulto sobre todo en el nivel de educación básica es indispensable.

Como se ve, la formación de la niñez y la juventud de México en el mediano y largo puede ser lesionada con las secuelas que esta situación puede dejar para el desarrollo del país.

Resumiendo, las tres variables que se mencionan en este escrito –la sanitaria, la económica y la de educación– conforman una triada muy poderosa. Su no pronta recuperación, a la mayor brevedad posible, puede dar pauta a una catástrofe generacional, desperdiciando un potencial humano incalculable, minando décadas de progreso, y acrecentando aún más las desigualdades.

De este análisis se desprende la importancia de que el Estado implemente políticas públicas que atiendan a la brevedad posible las consecuencias mencionadas, buscando sus prontas recuperaciones, sobre todo la de salud, a la par de la económica y, en consecuencia, la educativa.

Al tiempo.

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