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Monografía de la Universidad de Yucatán – XIV

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XIV

CAPÍTULO VII

VIOLENCIA UNIVERSITARIA

Superada totalmente en la actualidad, la única sombra que obscurece el limpio panorama de progreso de la comunidad universitaria en estos últimos seis años fue la violencia que sentó sus reales temporalmente en las sociedades de alumnos, extendiéndose paulatinamente, hasta llegar a interrumpir totalmente el ritmo de trabajo universitario entre los meses de febrero-abril de 1974.

A propósito de la violencia en las sociedades de alumnos, el Consejo Universitario, desde octubre de 1972, se pronunció severamente en contra de cualquier actividad tendiente a alterar el orden y la disciplina de las Facultades y Escuelas Universitarias; a este efecto, en UDY BOLETIN No. 5, correspondiente a octubre de 1972, el Consejo de la Universidad de Yucatán, publicó lo siguiente:

 

“A LA OPINIÓN PÚBLICA”

El Consejo Universitario, en Sesión extraordinaria celebrada hoy, a mediodía, acordó expresar su más firme repudio a las explosiones de violencia producidas en la Facultad de Jurisprudencia, con motivo de las elecciones de los dirigentes de la Sociedad de Alumnos  de la misma, y condenar enérgicamente todos los bochornosos actos que afecten la respetabilidad de nuestra Casa de Estudios y dañen la imagen de limpia y pacífica convivencia universitaria; la cual debe ser motivo de celoso resguardo de parte de maestros y estudiantes.

Así mismo, se acordó exhortar al alumnado a guardar la compostura a que está obligado para no mancillar el buen nombre de la Universidad, por encima de las diferencias y pugnas que surjan con motivo de la renovación de sus dirigentes y a elevar en todo tiempo porque la paz no sea alterada por el desbordamiento de las pasiones juveniles.

Si toda función electoral, para ser digna y merecer la aprobación pública, debe desarrollarse en un clima de limpieza, tranquilidad y absoluto respeto a la voluntad de quienes en ella participen, con mayor razón debe serlo tratándose de elecciones estudiantiles, ya que en ellas intervienen elementos que se supone ocuparán en el futuro puestos de responsabilidad en el seno de la comunidad. Nada justifica el uso de la violencia cuando se pretende obtener, con sentido de lealtad y responsabilidad, la representación genuina de los estudiantes, los cuales por razones obvias obligados, más que otros núcleos sociales, a comportarse con estricto apego a la Ley, cuidando siempre que no se empañe el buen nombre de nuestra Universidad y de quienes en ella se preparan para servir con mayor eficiencia a la sociedad.

De acuerdo con lo que señalan las Leyes Orgánicas de nuestra Casa de Estudios, el Consejo Universitario reitera el respeto que siempre han mantenido en sus relaciones de colaboración con las asociaciones estudiantiles, absteniéndose de intervenir en la plena libertad que los alumnos disfrutan para organizarse gremialmente, con fines sociales y culturales. Mas tratándose de casos como el que motiva el presente documento, en que la exacerbación de las pasiones indujo lamentablemente a hechos delictuosos, estima que tiene el deber de intervenir por los medios a su alcance, para evitar la repetición de los mismos.

En relación con los disparos de arma de fuego que, según versión de quienes presenciaron los hechos que nos ocupan, se produjeron en las mencionadas elecciones de Jurisprudencia, con grave peligro de la integridad física de los maestros y estudiantes que allí se encontraban, el Consejo Universitario acordó, con la unanimidad de sus miembros presentes realizar las investigaciones necesarias para esclarecimiento de los hechos, con el fin de deslindar responsabilidades y aplicar, en su caso, las sanciones que estime convenientes.

El Consejo reitera su exhortación a los sectores universitarios a proceder con cordura y respeto absoluto a las leyes y reafirmar su posición inalterable de intervenir sin titubeos cuantas veces se susciten desórdenes que pongan en peligro la paz y dañen el decoro de la Universidad.

Mérida, Yuc., 28 de septiembre de 1972. – Consejo de la Universidad de Yucatán. – El Presidente, Dr. Alberto Rosado G. Cantón; el Secretario, Abog. Jaime Orosa Díaz; Consejero. Abog. Conrado Menéndez Díaz, Ing. Ricardo Hernández G., Abog. José. A. López, M.V.Z. Jorge León Doussett, Q.F. Felipe Escalante Ruz, Dr. Crescencio Salazar de M., Dr. Hernán Ramírez Coello, Abog. Rodolfo Ruz Menéndez, C.P. Carlos Pasos Novelo, Prof. Alfredo Barrera Vázquez; Br. Renán Irigoyen Rosado, Abog. Augusto Pérez Alpuche, Dr. Miguel Berzunza Novelo, Br. Eulogio Piña Briceño, Dr. Ricardo Gásque López, Br. José L. Peniche Patrón, Br. Carlos J. Cervera V., Br. Alonso Novelo Álvarez, Abog. Álvaro Carcaño Alberti y C.P. Miguel Vidal Vázquez.

 

Al margen del exhorto, las medidas aplicadas por el Consejo Universitario para erradicar la violencia de las sociedades estudiantiles fueron drásticas, llegando a la suspensión total del alumno en algunos casos.

Pese a esto, la violencia, como un cáncer, siguió extendiéndose hasta que las circunstancias sociopolíticas de finales de 1973 y principios de 1974 generaron una verdadera crisis en el ámbito universitario.

Lamentablemente, el Gobierno del Estado, a cargo del Sr. Carlos Loret de Mola, ordenó, como medida preventiva para salvaguardar el orden social, la presencia en los alrededores universitarios de las fuerzas de seguridad pública; medida que degeneró en abierta agresión a la Universidad, al ordenar el Teniente Coronel Felipe Gamboa y Gamboa, Director entonces de la DGSPTE, el disparo de armas de fuego contra el Edificio Central, que se había convertido en centro de reunión de la juventud universitaria.

Si bien antes de la irresponsable demostración de poder de las fuerzas armadas –el 18 de febrero de 1974– la suspensión de labores carecería de causa justificada, aun cuando giraba en torno al crimen cometido en la persona de un joven pasante de jurisprudencia y asesor sindical, Br. Efraín Calderón Lara, después de consumada la agresión armada de parte del poder público se dio al estudiantado una bandera de lucha, directamente relacionada con la vida universitaria.

Podemos decir que en el período que comentamos, febrero-abril de 1974, la Universidad fue víctima de un doble ataque: por una parte, de los manejadores políticos que utilizaron el empuje juvenil y el espíritu de justicia de la comunidad universitaria para satisfacer sus personales y mezquinos propósitos y, por otra, por el poder público que, sin medir las consecuencias de una política represiva, favoreció la escalada del descontento y la afirmación de la rebeldía estudiantil.

Tres meses aproximadamente duró el movimiento estudiantil que mantuvo en suspenso la vida académica de la Universidad. El 15 de abril, el Consejo, en Sesión extraordinaria, ordenó el reinicio de labores, y poco a poco fue volviendo a la normalidad el interrumpido ritmo de trabajo. La única consecuencia negativa, que se prolongó durante más de un año, se relaciona con el UDY BOLETÍN, que dejó de editarse desde febrero de 1974 hasta julio de 1975, en que volvió a aparecer.

Es importante significar que se mantuvo la unidad universitaria, y que superada la crisis hubo un esfuerzo conjunto para recuperar en parte el tiempo perdido. Se puso en marcha el Programa de Integración Universitaria a la Comunidad que, en noviembre de 1973, mediante concurso, se había proyectado a través del Departamento de Extensión Cultural. Se formaron las llamadas Brigadas Universitarias, y grupos de estudiantes salieron al campo, en una labor de investigación del medio social y orientación y ayuda a los centros de población.

El primero de julio de 1975, el Consejo Universitario, en forma unánime, eligió al Dr. Alberto Rosado G. Cantón para un nuevo período de cuatro años que vencerá el 30 de junio de 1979. La confirmación en su cargo es obvia demostración del respaldo que mereció al Consejo la política de trabajo del Dr. Rosado G. Cantón.

El mismo mes de julio de 1975 reapareció el UDY BOLETIN INFORMATIVO, y en septiembre se iniciaron pláticas de divulgación de la labor universitaria por radio y televisión.

El 12 de octubre del propio año fue inaugurado el Centro de Investigaciones Biomédicas “Dr. Hideyo Noguchi”, y el 26 de noviembre la Biblioteca Alfredo Barrera Vázquez en la Escuela de Antropología.

El 7 de febrero de 1976 fue nombrado Doctor Honoris Causa de la Facultad de Química el investigador yucateco Dr. Raúl Cetina Rosado, y el 16 de noviembre, el venezolano Dr. Luis Manuel Peñalver, recibió el Doctorado Honoris Causa de la Universidad de Yucatán.

El Ing. Norberto Aguirre Palancares fue nombrado Dr. Honoris Causa el 3 de febrero de 1970.

El Dr. Alberto Trueba Urbina fue nombrado Profesor e Investigador Emérito el 12 de octubre de 1974.

El 30 de mayo de 1975 recibieron el Doctorado Honoris Causa de la Universidad de Yucatán Nicolae Ceausescu y Helena Ceausescu.

Del 21 al 25 de febrero de 1976, dos mil odontólogos celebraron en esta ciudad de Mérida la XXVI Reunión de Provincia. En junio –del 24 al primero de julio– la Primera Semana de Ingeniería Civil, y los días 3 y 4 de julio se realizaron las Primeras Jornadas Psiquiátricas Regionales.

Desde luego, no ha sido intención nuestra hacer la reseña cronológica de los muchos eventos realizados en los seis años de la Rectoría del Dr. Rosado G. Cantón. Significamos sólo lo más importantes, y cerramos estos breves apuntes con dos solemnes homenajes: uno, el 13 de octubre de 1976 al Dr. Eduardo Urzaiz Rodríguez, con una Sesión del Consejo y una velada de premiación a los ganadores del concurso previamente convocado de Biografía del homenajeado; y otro, del 25 de febrero al 3 de marzo de 1977, a la memoria de Felipe Carrillo Puerto, y en conmemoración del LV Aniversario de la fundación de la Universidad, con una Semana de la Literatura en la que participaron los distinguidos intelectuales Dr. Silvio A. Zavala, Lic. Rodolfo Ruz Menéndez, escritor Leopoldo Peniche Vallado, Lic. Alberto Cervera Espejo y Roldán Peniche Barrera.

Por último, queremos referirnos a la atención prioritaria que se ha dado a la capacitación del personal docente y al Convenio suscrito el 13 de diciembre del año pasado, 1976, por el Dr. Alberto Rosado G. Cantón y el Rector de la UNAM Dr. Guillermo Soberón Acevedo, para el otorgamiento de Maestrías en la Universidad de Yucatán. Este convenio fue aprobado por el Consejo en su Sesión Ordinaria del 15 de enero del año en curso y será llevado a la práctica el próximo ciclo escolar (septiembre 1977-julio 1978), impartiéndose tres Maestrías: en Administración Pública, en Ingeniería Sanitaria y en Patología Tropical. La primera en la Escuela de Comercio; la segunda en las facultades de Ingeniería y de Química y la tercera en el Centro de Investigaciones Regionales “Dr. Hideyo Noguchi” y en la Facultad de Medicina.

Margarita P. de Hernández

Continuará la próxima semana…

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