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Sólo un amante de los gatos es capaz de entender lo curiosos que son, y lo aterrador que es observar su mirada detenida en la nada. No obstante, la ciencia te quitará un poco ese temor, pues un grupo de investigadores descubrió que los gatos ven cosas que nosotros no.
Sus sentidos, en especial el de la visión, altamente desarrollados a lo largo de miles de años de evolución, lo convierten en un eficiente depredador, los antecesores salvajes de nuestros actuales gatos domésticos necesitaron maximizar todo lo posible el tiempo de caza; por eso sus ojos se adaptaron a ver incluso con una mínima luz tenue. Esta necesidad ha provocado importantes cambios en la estructura de los ojos de los felinos y explica por qué los gatos ven entre seis y ocho veces mejor en la oscuridad.
El campo de visión es el área que vemos cuando nuestros ojos enfocan un punto concreto. Incluye lo que observamos de frente, pero también aquello que capturamos visualmente encima, debajo y a los lados del punto enfocado.
Los ojos de los gatos han evolucionado para proporcionar a nuestros felinos una gran ayuda durante la caza nocturna. Los ojos de los gatos son muy grandes para la dimensión de sus cabezas; si los comparamos con los humanos, de hecho, no hay tanta diferencia de tamaño entre los ojos de los gatos y los humanos.
Tener los ojos tan grandes implica otras dificultades para nuestros peludos compañeros de vida: no es tan sencillo enfocar. Los humanos tenemos músculos en nuestros ojos que distorsionan los objetos muy cercanos con el fin de permitirnos verlos mejor; podemos enfocar con nitidez hasta una distancia de 30 metros, mientras que los felinos solo ven bien de cerca hasta 6 metros. Este hecho también se debe a que tienen los ojos más grandes y menos músculos faciales que nosotros. En los gatos, esto es más complicado: sus ojos funcionan como un enorme objetivo de cámara fotográfica réflex, más difícil de manejar, su visión cercana no siempre es tan buena como la nuestra.
Sin embargo, la falta de visión periférica les ofrece una mayor profundidad de campo, cosa que es importantísima para un buen depredador.
El artista Nickolay Lamm echó un vistazo al mundo desde la perspectiva de los gatos. Para lograrlo, consultó a oftalmólogos de la escuela veterinaria de la Universidad de Pensilvania, y a algunos otros especialistas en ojos de animales. Su serie presenta la visión humana en la parte de arriba, y la visión gatuna abajo.
Los ojos de los gatos recogen un campo de visión mayor, más amplio, que el que percibimos los humanos. “Los gatos tienen un campo de visión de 200 grados, en comparación con los 180 grados de las personas,” explica Nickolay Lamn, quien ha realizado un extenso trabajo sobre la visión felina con ayuda de oftalmólogos veterinarios e investigadores de la Universidad de Penn, en Estados Unidos.
Las células receptoras de la luz alojada en los ojos de los gatos, encargadas de la visión, también son algo distintas a las nuestras. Humanos y felinos compartimos el mismo tipo de células de visión (bastones, para la visión en blanco y negro con luz tenue, y conos, para distinguir los colores con luz brillante), aunque no se distribuyen del mismo modo: en los ojos de los gatos dominan los bastones, mientras que en los humanos son más numerosos los conos. Estos bastones de los ojos de los gatos no se conectan directamente con un nervio ocular, como ocurre en las personas; al contrario, se conectan primero entre ellos, al formar pequeños grupos de células.
Esta condición les permite ver mejor en la penumbra u semioscuridad, donde los ojos humanos son prácticamente inservibles. Pero tiene algunos inconvenientes: durante el día, los ojos del gato no envían al cerebro información detallada sobre qué bastones se estimulan, por eso, su visión diurna es más borrosa que la nuestra.
Los humanos tenemos en los ojos tres tipos de células cono receptoras del color: rojo, verde y azul; los gatos, como los perros, carecen del cono rojo, y por eso sólo ven colores como el azul, el verde y el amarillo; mientras que pueden considerarse ciegos para los rojos o rosas. Los gatos tampoco perciben los colores más vivos ni tan saturados como nosotros.
Los gatos cuentan con otro inesperado aliado para mejorar su visión cercana: sus bigotes. Estos receptores tan especiales actúan como sensores, y cada uno de ellos está insertado en la dermis hasta tres veces más profundamente que un pelo normal. Una vez que nuestro gato ha recibido un determinado estímulo, la información se transmitirá en forma de impulsos eléctricos hacia su cerebro, a la llamada «región de barriles».
Los gatos son grandes cazadores nocturnos y necesitan ver bien para pillar desprevenidas a sus presas. Se calcula que los gatos ven en la oscuridad entre seis y ocho veces mejor que los seres humanos. De día ven muy mal, mucho peor que de noche. Esto hace que mirar hacia un espacio con mucho detalle les pueda resultar casi imposible y deban regirse por otros sentidos, como el oído y el olfato, para orientarse y percibir dónde está su foco de interés y acercarse.
Las vibrisas o bigotes son una fuente de información para el minino que les indica desde cómo calcular una distancia, detectar olores en las corrientes de aire, percibir obstáculos por la noche, y también saber si la presa que ha cazado está muerta. Esto último es muy importante porque, si la presa está viva, puede morder al felino y herirle.
Jamás debemos cortar los bigotes o vibrisas a un gato, porque les estaríamos dejando desprotegido frente a las señales de su entorno, ocasionando con ello desequilibrio, desorientación y problemas de visión a corta distancia para el felino.
Como vemos, tenemos grandes similitudes y grandes diferencias, lo que nos vuelve únicos. Cuidémonos entre nosotros y tendremos un planeta en armonía.
Dra. Carmen Báez Ruiz