EN MANÍ, YUCATÁN, EN CONTRAPOSICIÓN DE LOS AUTOS DE FE REALIZADOS EN YUCATÁN POR LA IGLESIA CATÓLICA
edgar rodríguez cimé
“Nosotros, hermanos menores del siglo XXI, pedimos PERDÓN: Pedimos perdón al pueblo maya por no haber entendido su cosmovisión, su religión, sus divinidades; por no haber respetado su cultura, por haber impuesto durante muchos siglos una religión que no entendían, por haber satanizado sus prácticas religiosas y haber dicho eran obra del demonio y sus ídolos eran el mismo Satanás materializado,” dijeron arrodillados ante el templo de San Miguel Arcángel los sacerdotes Raúl Lugo Rodríguez y Atilano Ceballos Loeza al fundar la Escuela de Agricultura Ecológica U yits Ka´an en Maní, Yucatán, sitio maya sagrado donde, en 1562, el cura católico Diego de Landa realizó el Auto de Fe.
Como este genocidio cultural fue promovido por el sacerdote Diego de Landa -quemando libros y códices, además de mayas azotados, trasquilados y ensambenitados, por seguir creyendo en su propia religión- los curas católicos Lugo Rodríguez y Ceballos Loeza decidieron, en un acto de reposición cultural, fundar la Escuela de Agricultura Ecológica en ese sitio histórico para el milenario pueblo maya.
De apuntes de Pablo Moreno, y una carta del jesuita Domingo Rodríguez al señor Estévez, fechada en Bolonia a 20 de marzo de 1805, se ofrecen los resultados de dicho Auto de Fe: “5,000 ídolos de distintas dimensiones, 13 piedras-altares grandes, 22 piedras pequeñas de varias formas, 27 pergaminos con símbolos y jeroglíficos en piel de venado, y 197 vasos de todas dimensiones y figuras…”
Pero el Auto de Fe realizado en Maní no fue el único, pues en el libro Don Diego de Quijada Alcalde Mayor de Yucatán 1561-1565, de France V. Scholes y Eleanor B. Adams, aparece que esta persecución se extendió por varios pueblos mayas de Yucatán del sur y centro donde los Landas infringían severos castigos: cera ardiendo sobre el cuerpo; colgados de manos soportaban pesadas piedras atadas en los pies; montados en torniquetes se les hacía girar vertiginosamente y, al caer al suelo, les obligaban a beber mucha agua para posteriormente brincar sobre sus abultadas barrigas; cepos terribles y sucias cárceles.
El mismo historiador franciscano Diego López de Cogolludo, en su Historia de Yucatán, dice: “Con el recelo de esta idolatría, hizo juntar todos los libros y caracteres antiguos, que los indios tenían, y por quitarles toda ocasión y memoria en sus antiguos ritos, y cuantos se pudieron hallar se quemaron públicamente el día del auto…”
Por esta razón: “Conservar la memoria, obligarnos a recordar, es parte del compromiso asumido, desde la Escuela U Yits Ka´an, de velar porque tales atrocidades no se repitan. Los autos de fe establecidos en la iglesia católica hace muchos años, fueron una forma de control y vasallaje hacia las comunidades colonizadas, y particularmente hacia las personas que pensaban y profesaban una fe distinta. Se trata de una forma de nulificar al otro, al distinto, al diferente; una forma de destrucción de la alteridad.”
Finalmente, si los pueblos originarios, como el maya, fueron capaces de desarrollar una sociedad civilizada sobre la base de la Alta Cultura (ciencia y arte), y conservar el equilibrio ecológico por cerca de 5,000 años, seguro por eso el Papa Francisco confía en ellos al decir:
“Considero imprescindible realizar esfuerzos para generar espacios institucionales de respeto, reconocimiento y diálogo con los pueblos nativos, asumiendo y rescatando la cultura, idioma, tradiciones, derechos y espiritualidad que les son propias… Los pueblos indígenas han heredado y practican culturas y formas únicas de relacionarse con la gente y el medio ambiente. Necesitamos que los pueblos originarios moldeen culturalmente las iglesias locales amazónicas… Que puedan plasmar una iglesia con rostro indígena.”
edgarrodriguezcime@yahoo.com.mx
colectivo cultural “Felipa Poot Tzuc”