Perspectiva – Desde Canadá
XV
De la ISS a Minneapolis, del Cielo a la Tierra
Parte 1
SpaceX y la ISS
Muchas veces la sincronicidad se manifiesta en nuestras vidas de maneras sorprendentes, y a veces somos testigos de momentos que cambian para siempre el curso de la historia.
Simultáneamente, el pasado fin de semana pudimos observar en los Estados Unidos de América manifestaciones de la grandeza de la inteligencia humana, de lo que es capaz de lograr la ciencia cuando se dedica al avance del género humano, y de la violencia a la que somos capaces de llegar como raza, como una significativa muestra de la polarización e intolerancia que nos acompañan en estos aciagos y oscuros momentos, alimentada por su beligerante y divisivo presidente.
Iniciemos con la nueva cumbre tecnológica alcanzada por los norteamericanos.
El sábado y el domingo, 30 y 31 de mayo del 2020, asistimos a la transmisión en vivo del despegue y del acoplamiento la cápsula Dragón, propiedad de la empresa SpaceX, con la Estación Espacial Internacional (ISS). El fundador de SpaceX es Elon Musk, multimillonario fundador de Tesla, otra empresa innovadora.
Con imágenes y coreografía similar a la diseñada por Stanley Kubrick para 2001, su magnífica ópera visual, las tomas desde la ISS, efectuadas por cámaras controladas desde Houston, nos permitieron seguir paso a paso esta nueva hazaña espacial con la cual los Estados Unidos retoman formalmente la carrera espacial, con el fin último de viajar a otros planetas, siendo Marte el destino identificado por SpaceX, con el retorno a la Luna como meta inicial, en una aventura y metas compartidas por el gobierno y la iniciativa privada estadunidenses.
Atestiguar la modernidad que se refleja en los uniformes y cascos –de un diseñador mexicano, José Fernández, que también ha desarrollado el vestuario de varios superhéroes del universo Marvel–, en los monitores táctiles que se comunicaban con todos los sistemas que controlaron el desplazamiento y posición de la nave en todo momento, y lo comunicaban a los pilotos a partir de que el cohete propulsor los dejó en la estratósfera; y contrastarla con los uniformes, controles y palancas en los tableros de los módulos Apolo, fue un espectáculo magnífico.
El nuevo cohete propulsor utilizado por SpaceX, el Falcon 9, a diferencia de los que fungían como medios de propulsión de los vuelos de los transbordadores espaciales que dominaron los últimos veinte años del Siglo XX, que eran recuperados en las naves del océano Pacífico, aterrizó por sus propios medios, sin presencia humana, en la plataforma diseñada para este fin en el Atlántico, listo para ser reutilizado cuando se requiera.
La NASA, en vez de desarrollar tecnología, como había sido su estrategia en el siglo pasado, decidió subcontratar a una empresa de la iniciativa privada (SpaceX) para transportar a los astronautas Doug Hurley y Bob Behnken a la ISS.
Los astronautas, hay que hacer énfasis, tenían instrucciones precisas de no tocar ninguno de los controles, a menos que les fuera indicado; ese fue el motivo por el que, aquellos que hayan seguido la hazaña de cerca, la mayor parte del tiempo observamos cómo los astronautas entrelazaban sus dedos, mientras apoyaban sus codos sobre los descansabrazos.
Cuando iniciaron la maniobra final de acoplamiento, a menos de doscientos metros de distancia de la compuerta, los directores del proyecto se compadecieron de ellos y les permitieron manipular algunos de los controles, usando las pantallas táctiles, para que no fueran completamente espectadores de la hazaña.
Transcurridas 18h58m desde el despegue desde el Centro Espacial Kennedy, en Houston, el acoplamiento entre la ISS y la cápsula Dragón se dio a las 9:16 a.m., hora de Mérida, al pasar del soft capture (el ensamble inicial con la ISS) al hard capture (el afianzamiento y conversión en parte de la Estación) en 12 puntos de contacto.
Una gran hazaña tecnológica, por donde quiera mirarse, una cuyo tamaño se acrecienta conforme nos enteramos de los detalles.
Mientras esto sucedía, en lacerante contraste, más de 70 ciudades norteamericanas pasaban por jornadas llenas de protestas y violencia de tal magnitud, que amenazan con trastocar el frágil equilibrio y convivencia que el Covid-19 ha permitido en este atribulado 2020, equilibrio contra el cual el vitriólico presidente de esa nación atenta todos los días, siendo el detonante el asesinato de un hombre negro en Minneapolis, para variar, a manos de un policía.
De eso les platicaré la próxima semana.
S. Alvarado D.