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Monografía de la Universidad de Yucatán – II

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CAPÍTULO I

Continuación…

FUNDACIÓN DEL SEMINARIO CONCILIAR DE SAN ILDEFONSO.

En el año de 1751, siendo el Gobernador el Mariscal de Campo Melchor de Navarrete, y Obispo Fr. Francisco de San Buenaventura Martínez de Tejada Díaz de Velasco, en Auto de 23 de marzo se autorizó la fundación del Seminario Conciliar de San Ildefonso, que comenzó sus actividades el año de 1756 inaugurando el primer Curso de Filosofía que comprendía Metafísica, Ética, Lógica y Física. El Obispo Dr. Fr. Ignacio Padilla y Estrada, quien sustituyó al Obispo Buenaventura, fue un gran protector de la enseñanza y, en especial, del Seminario Conciliar de San Ildefonso.

Cuando, en el año de 1767, Carlos III ordenó la expulsión de los Jesuitas de los dominios españoles, la Educación media y superior fue absorbida totalmente por el Seminario Conciliar, ya que no puede considerarse como Educación Organizada la impartida por los franciscanos en los conventos, que se limitaban a enseñar Gramática latina y española, Teología y Filosofía.

El Seminario Conciliar llenó el vacío que dejaron los jesuitas e hizo de la enseñanza a la juventud un culto en cuyo rito tomaba parte la sociedad entera.

FUNDACIÓN DE LA UNIVERSIDAD LITERARIA

En 1824, las leyes de instrucción pública expedidas por los Congresos Republicanos dieron por resultado la fundación de la Universidad Literaria, adscrita al Seminario Conciliar de San Ildefonso.

La Educación Superior de entonces estaba limitada a la burguesía y a las clases económicamente pudientes, y carecía de pluralidad en las materias, no contando con cátedras de utilidad práctica como Medicina, Ingeniería y Jurisprudencia. La única clase de Derecho Civil quedó suprimida con la clausura de la Universidad de San Javier por la expulsión de los Jesuitas y desde entonces –1777– por falta de maestros encargados de la cátedra no pudo integrarse ningún grupo hasta 1824, cuando se encargó de impartirla el Dr. D. Domingo López de Somosa, fundador de los Estudios Jurídicos de Yucatán. En cuanto a la Medicina, hasta 1833 se estableció la Cátedra de Cirugía Práctica y Medicina.

FUNDACIÓN DE LA ACADEMIA DE CIENCIAS Y LITERATURA

En 1849, en plena Guerra de Castas, se estableció la Academia de Ciencias y Literatura en el antiguo Colegio de San Pedro, en la que se impartían las Cátedras de Lógica, Aritmética, Geometría, Latinidad, Francés, Teneduría de Libros, Dibujo y Música. Los maestros que laboraban en la Academia no ganaban un solo centavo pero, a pesar de tan buena voluntad, este colegio se cerró para reabrirse en 1859, tomando en el año de 1860 posesión de su Presidencia el Dr. Justo Sierra O’Reilly.

LOS LICEOS Y EL COLEGIO CIVIL UNIVERSITARIO

El primero de septiembre del año de 1857, Honorato Ignacio Magaloni abrió el Liceo Científico Comercial de Primera y Segunda Enseñanza, que duró hasta 1866.

En 1859, se fundó el Liceo Comercial y, por fin, en el año de 1862 se creó el Colegio Civil Universitario, precursor del Instituto Literario del Estado, respondiendo a una necesidad ingente de ilustración y, sobre todo, para canalizar la enseñanza definitivamente en la nueva senda que marcaba el espíritu reformador que alentaba en la vida nacional.

INSTITUTO LITERARIO DEL ESTADO

El 18 de julio de 1867 el Gral. Manuel Cepeda Peraza firmó el decreto de fundación del Instituto Literario y dio principio a la enseñanza liberal a cargo del Estado. Comenzó a funcionar el 15 de agosto de propio año en el local del Colegio de San Pedro, y su vida se prolongó hasta el año de 1922 en que sobre sus cimientos se levantó la Universidad Nacional del Sureste, hoy Universidad de Yucatán.

La secularidad de la enseñanza había pasado ya por un breve ensayo durante la corta vida del Colegio Civil Universitario. El imperio malogró este intento, pero el espíritu liberal de la época, cobrando mayor fuerza cada día, al fin logró imponerse y manifestarse firmemente en el campo de la educación, dando origen a un auténtico movimiento renovador que, iniciado con la creación del Instituto Literario, ha sabido mantenerse desde entonces, sorteando con éxito diversas crisis económicas y políticas.

Los bienes de que fue dotado el Instituto Literario estaban constituidos por los del extinto Colegio Civil Universitario, entre los que se encontraban los de la Comisión Científica fundada por el Comisariato Imperial. Las escuelas que lo integraron y que posteriormente se hicieron independientes fueron: la Escuela Preparatoria, denominada propiamente Instituto Literario, Escuela Especial de Medicina, la de Cirugía y Farmacia, la Escuela Especial de Jurisprudencia y Notariado, y la Escuela Normal de Profesores creada en 1868 que dio origen a su vez, en 1870, al establecimiento de una Escuela de instrucción Primaria Inferior y Superior para las prácticas de los futuros educadores. También formaron parte del Instituto la Biblioteca Cepeda y el Museo Yucateco.

Su primer Director y autor del Reglamento fue el Lic. Olegario Molina.

Para los estudiosos de la problemática educativa en el Estado, cabe señalar aquí que la Universidad de Yucatán patrocinó en el año de 1967, en ocasión del Centenario de la Fundación del Instituto, el libro del Lic. Rodolfo Ruz Menéndez titulado “Aportaciones para el Estado de la Historia del Instituto Literario de Yucatán”, en el que presenta detallada y documentadamente la vida del instituto en sus 55 años de existencia.

ESCUELA NORMAL DE PROFESORES

No podía pasar desapercibida para los pensadores e impulsores de la Cultura y del Progreso del siglo pasado la importancia de la capacitación del profesorado para la mejor preparación de la niñez. Unido al noble empeño del establecimiento de una Escuela Normal de Profesores está el nombre de D. Juan de Dios Cosgaya, quien abogó por ella desde el año de 1841, sin que este propósito se hubiera alcanzado.

27 años después, en 1868, el Gral. Cepeda Peraza decretó su creación a la sombra del Instituto Literario del Estado, y en 1869 la Ley Orgánica de Instrucción Pública, al transformar la estructura del Instituto Literario, convirtiéndolo en una escuela exclusivamente de estudios preparatorios, favoreció la creación de las Escuelas Especiales entre las cuales surgió con vida propia la Escuela Normal de Profesores. Esta primera independencia solo duró nueve meses, hasta el Decreto de 2 de marzo de 1870 en que volvió a incorporarse al Instituto Literario y en 1873, desapareció totalmente, fundiéndose sus programas de estudio con los del propio instituto.

Esta ausencia de la Escuela Normal dejó un tremendo vacío que trató de llenarse con el Decreto del 17 de agosto de 1877, que fijó los requisitos para alcanzar el título de Profesor de Instrucción Primaria. A este efecto se exigía al solicitante enviar un ocurso al Ayuntamiento de la Cabecera del Partido al que pertenecía, manifestando su voluntad de ser examinado en las ramas que comprendía la enseñanza primaria, integrándose el Sínodo con cinco profesores y, en caso de ser el solicitante de sexo femenino, dos Sínodos adicionales para los exámenes de Labores de Mano.

Fue hasta el 15 de octubre de 1881 cuando el gobierno del Lic. D. Manuel Romero Ancona decretó la creación de una Escuela Normal de Profesores que abrió sus puertas el 15 de enero de 1882, estableciéndose definitivamente con funcionamiento autónomo.

Desde entonces, y hasta el año de 1922 en que se incorporó la Universidad Nacional del Sureste, para separarse nuevamente en 1926, la Escuela Normal de Profesores ha jugado un papel determinante en el campo educacional, no solamente dotando al Estado de profesionistas competentes en el ramo de instrucción pública, sino promoviendo la creación de escuelas en número cada vez mayor.

Cabe significar que las condiciones económicas del Magisterio, especialmente del sector dedicado a la instrucción primaria, eran poco estimulantes debido a las bajas asignaciones salariales y que, pese a esto, los maestros yucatecos supieron cumplir con honor su cometido de forjadores de la nueva mentalidad impulsora del progreso, dentro de los cauces del pensamiento liberal.

Un último dato que consignaremos en este brevísimo apunte se refiere a la coeducación que se implantó por primera vez en el Estado en la Escuela Normal de Profesores, al fundirse la Escuela Normal de Profesores –antiguo Instituto de Niñas convertido en Normal en 1911– y la Escuela Normal de Profesores, surgiendo así la Normal Mixta en el año de 1915 por Decreto de 22 de diciembre, firmado por el General Salvador Alvarado.

ANTECEDENTES SOCIOCULTURALES INMEDIATOS A LA CREACIÓN DE LA UNIVERSIDAD NACIONAL DEL SURESTE

La eficiente labor desarrollada por el Instituto Literario, la creación de la Escuela Normal de Profesores, la multiplicación de la Escuelas Primarias y, sobre todo, la atención preferente de los Gobiernos en el ramo de la Instrucción Pública, crearon las condiciones especialmente favorables en que se desenvolvió la Educación a finales del siglo pasado.

En el año de 1900, al tomar posesión del Gobierno el Lic. D. Olegario Molina, dio mayor impulso aún al movimiento cultural que venía gestándose desde 1867.

Merece especial mención la participación de capital privado en todos los niveles de la Educación, floreciendo junto a los planteles del Estado, numerosas escuelas de carácter particular, católicas y laica.

Ya en plena etapa revolucionaria, la llegada del Gral. Salvador Alvarado y el manifiesto interés de este genial revolucionario hacia la problemática educacional inyectó nuevo vigor a la obra de renovación de las estructuras y creó las escuelas rurales en Yucatán.

Su Ley General de Educación Pública, de 21 de julio de 1915, objetiviza con claridad y precisión el panorama educativo, dando prioridad a la educación popular, primaria, en el campo y las ciudades, sin descuidar la enseñanza preparatoria y profesional.

Fue bajo su mandato, y en el propio año de 1915, cuando se celebró en Yucatán el Primer Congreso Pedagógico, discutiéndose abiertamente el problema de la coeducación que se hizo realidad en la Escuela Normal de Profesores, rompiéndose el tradicional molde de las escuelas solo para varones y solo para señoritas. Este congreso permitió, así mismo, la libre discusión de nuevas y reformadoras teorías, dando origen a cambios trascendentales en todos los niveles de la educación.

Margarita P. de Hernández

Continuará la próxima semana…

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