José Juan Cervera
Cada nuevo estudio biográfico publicado en Yucatán representa un homenaje tácito a Francisco Sosa Escalante (1848-1925), nacido en la península y distinguido cultivador de este género en las letras de nuestro país, cuyo nombre honra una de las principales calles de Coyoacán y la biblioteca central de Campeche. A este caudal de conocimiento de vidas pretéritas se añade una obra que evoca la figura de Rodulfo G. Cantón, hombre de sensibilidad artística y de espíritu emprendedor que intervino en importantes procesos culturales de mediados del siglo XIX y principios del XX, tal como puede observarse en diversos materiales escritos que recuperan parte de dicha memoria y cuyo acopio muestra su utilidad en proyectos de esta índole.
Resulta significativo el hecho de que el autor de este trabajo sea descendiente directo del biografiado, y es así como Raúl J. Casares G. Cantón rinde honor a su abuelo en el libro Rodulfo G. Cantón. Sonata de una vida, gestado en el cálido recuerdo que el seno familiar guarda de una presencia ejemplar. Como es deseable en estos casos, la sociedad yucateca de antaño cobra vigor en sus páginas, al ser recreada con mesura de estilo y equilibrio de contenido, cualidades que deben cuidarse para asegurar la recepción adecuada de un texto de divulgación.
El personaje rememorado abrazó con entusiasmo los valores modernos que animaron el siglo de su nacimiento, y por ello incursionó en varios ámbitos de la vida ciudadana, enarbolando como divisa el progreso que, además de cristalizarse en prosperidad material, relacionó explícitamente con una expansión de la conciencia a la que fue su deseo dar validez por medio del aprendizaje sistemático y el perfeccionamiento moral. Acorde con estas nociones fundó junto con varias personas más el Conservatorio Yucateco de Música y Declamación, que desde sus inicios padeció restricciones financieras y ataques sin más sustento que interpretaciones sesgadas por discrepancias ideológicas.
En este contexto destaca la adhesión de Rodulfo G. Cantón a las creencias espiritistas, que en Yucatán como en otras partes del país y del mundo se constituyó como un movimiento de minorías ilustradas que, a pesar de reivindicarse como parte del cristianismo, se granjeó el rechazo de las instituciones católicas, algunos de cuyos clérigos sostuvieron opiniones como la de Luis G. Sepúlveda, quien expresó que la implantación de esta doctrina en suelo mexicano se debió “a la gran ignorancia religiosa y a la notoria falta de cultura de nuestro pueblo,” argumento invalidado por hechos tan decisivos como la trayectoria intelectual de sus adeptos en la época que se señala.
La biografía comentada en estos apuntes abarca las inquietudes humanísticas y los afanes educativos del antepasado del autor, al igual que sus iniciativas empresariales y su desempeño como servidor público. Sin embargo, es necesario tener presente que su pensamiento, tamizado en las formulaciones de una creencia heterodoxa en boga en su tiempo, articuló de manera coherente los principios que guiaron el conjunto de sus acciones, emparentándolos con las concepciones liberales a las que fue posible alinear el credo referido al nebuloso mundo de los espíritus, una más de las vertientes del pujante evolucionismo decimonónico. “Todos los espíritus se rigen por la ley del progreso,” afirmó Allan Kardec, el teórico francés que confirió un orden sistemático a dichas creencias.
La lectura atenta de La Ley de Amor, periódico espiritista del que el versátil empresario yucateco fue editor y redactor, expone asuntos de gran importancia como la libertad de conciencia, el papel de la mujer en la sociedad, la ilustración extendida a todas las clases sociales y muchos más.
Por su parte, el libro también revela aspectos insospechados de la vida del hombre que lo inspiró, como algunos indicios de su simpatía hacia el movimiento de Francisco I. Madero, o el hallazgo en el suelo de la península de lo que parecía ser un yacimiento mineral promisorio que fue tratado con las autoridades federales en un manto de absoluta reserva. Así pueden apreciarse muchos rasgos personales de quien consagró el ardor de sus convicciones a la regeneración de la humanidad y al mejoramiento progresivo de su entorno social.
Raúl J. Casares G. Cantón. Rodulfo G. Cantón. Sonata de una vida. Mérida, edición de autor, 2019, 201 pp.