César Ramón González Rosado
La generación 1956-1959 de Maestros Normalistas egresados de la Escuela Normal Urbana Rodolfo Menéndez de la Peña está de duelo. Floridelia González Rosado, integrante y animadora de la misma, ha fallecido.
Se ausentó para siempre nuestra querida compañera que se distinguió, además de su brillante desempeño como maestra y directora de la escuela primaria Consuelo Zavala Castillo de la ciudad de Mérida durante 31 años, como compañera y amiga que brindó amistad sincera a quienes tuvimos la suerte de encontrarla en aquellos tiempos juveniles de nuestra formación docente.
Inquieta por naturaleza, durante el tiempo de su vida participó con relevancia en asociaciones culturales como “Pro-hispen” y como tesorera durante muchos años de la “Liga de Acción Social” hasta su fallecimiento. Se distinguió por su eficiencia e inquebrantable honestidad.
Floridelia gustaba de escribir. Recuerdo, entre otros, sus amenos relatos históricos sobre las esquinas de Mérida, producto de sus recorridos de investigación de campo, publicados en importante periódico del estado.
Flor durante sesenta años se ocupó de convocarnos para celebrar los aniversarios de nuestra generación de maestros, y compartir el pan y la sal, fuera en sencillos desayunos año con año, o bien celebraciones especiales cada cinco. En estos últimos nos obsequiaba siempre un “souvenir”, un pequeño objeto con alguna inscripción alusiva. En el último, el sexagésimo, celebrado en julio del año pasado, nos entregó una llave como la que ilustra la fotografía, para que continuáramos abriendo puertas de bien.
Aunque una llave puede tener muy disímbolos significados, sin lugar a duda la llave que Flor nos obsequiaba era en alusión a la profesión de maestro, llaves del conocimiento, de la felicidad, llaves para hacer de la profesión docente un camino de certero ejercicio. La llave que Flor nos obsequió ese día fue para seguir abriendo puertas para la sabiduría, el amor, la igualdad y la justicia.
Dispersos en al ámbito nacional e internacional, concurrimos siempre a su llamado los que migramos a otros estados de la república para el ejercicio de nuestra misión educativa, o bien otras y otros que, desde Norteamérica, Europa, o Sudamérica llegaban ansiosos de volver a vivir aquellos tiempos estudiantiles en el Centro Escolar Felipe Carrillo Puerto, en donde se ubicaba entonces la Esc. Normal R.M. de la Peña.
Es que el poder de convocatoria de Floridelia era muy fuerte, y su invitación despertaba entusiasmo. Es que irradiaba amistad, y su sonrisa de eterna juventud era un imán que desde lejos nos atrajo para encontrarnos en el día señalado.
Quizá sorprenda la coincidencia de los apellidos de Flor con los del que esto escribe: “González Rosado”. Algunas personas nos creían hermanos. Si bien no consanguíneos, lo fuimos en la afectuosa fraternidad de condiscípulos. Así solíamos saludarnos Flor y Mayra, su hermana menor, y yo.
Descansa en paz, Floridelia. Dejaste huella muy visible, y te recordaremos siempre.
Parafraseando al poeta Alberto Cervera Espejo, quiero decirte que “ALGO MORIRÁ EN MÍ CUANDO MUERA UN AMIGO.”
Tuve el gusto de conocerla.
Siempre alegre y entusiasta.
Fuerte abrazo Maestro César