Perspectiva
En mi colaboración última del 2019, mencioné que una nueva oportunidad apareció en mi horizonte, una que me obligaba a mudarme de ese oasis que es mi Mérida, y que los cambios en mi vida iban a ser muy próximos y asociados a esa oportunidad.
Pues bien, me encuentro en Canadá, trabajando para una muy querida empresa que conocí hace casi doce años, en la cual hice amigos con quienes establecí muy buenos lazos, y que me consideraron para ayudarles con la administración de su sistema de calidad, el desarrollo del personal de ese departamento, y fungir como el enlace entre ellos y su proveedor más importante en estos momentos: la planta que dirigí en Mérida.
Viajar a Canadá con un trabajo asegurado me ha permitido también conocer desde una posición protagonista no solo lo que requiere lograrlo, sino que también me permite observar, y comentar para ustedes, cómo es la vida en este bello y hospitalario país.
Si bien constantemente se encuentran anuncios que invitan a mudarse a Canadá, invitando a una amplia variedad de profesionales, esa información no alcanza a explicar que muchas veces el paso inicial lo debe dar una empresa establecida en este país, ofertando vacantes atractivas para esos profesionales.
Viajar a Canadá encierra muchas sorpresas. Por ejemplo, los mexicanos (y muchos ciudadanos de otros países) no requerimos una visa sino pagar 10 dólares canadienses para la eTA (electronic Travel Authorization), suponiendo que ya tenemos un pasaporte válido. Habiendo pagado la eTA, siempre y cuando se trate de un viaje directo, podemos viajar a este país.
Si se desea manejar un coche en la provincia de Ontario, cuando posees un permiso de trabajo, necesitas tramitar entonces un Permiso Internacional de Conducir (IDP – International Driving Permit), adicional a poseer una licencia válida de conductor. Este documento se puede tramitar contactando al Automóvil Club de México, que tiene opciones para aquellos que vivimos fuera de la Ciudad de México. El caso es que debes arribar a Ontario con el permiso.
Para solicitar un permiso de trabajo, a diferencia de Estados Unidos donde la solicitud y entrevista se hace antes de viajar y, solo de autorizarse, se puede viajar al país, viajé a Canadá con documentos preparados por un despacho legal, a los cuales se agregó una carta de la empresa que me contrató, ambos documentos haciendo referencia a legislación del próximo a ser reemplazado TLCAN.
El truco está en que estos documentos deben ser presentados a las autoridades de Inmigración canadienses al aterrizar en cualquiera de sus aeropuertos internacionales y, como podrán darse cuenta, el peor escenario imaginable es que la solicitud sea rechazada y, por consiguiente, el siguiente paso sea negar la permanencia en el país y, entonces, ser deportado de regreso a tu país.
Afortunadamente este no fue mi caso, pero ese fue el proceso que tuve que seguir y que agregó estrés a mi viaje, al considerar todas las opciones y escenarios inmigratorios a mi arribo a este bello país.
De hecho, me sorprendió la familiaridad con la que me recibieron y me indicaron que pasara a las oficinas para que revisaran mi documentación, no les pareció nada raro que llegara pidiendo un permiso de trabajo. El despacho me había dicho que posiblemente todo el proceso llevara cerca de noventa minutos, pero tan solo tuve que esperar quince minutos para que me entregaran el documento que me permite trabajar en Canadá.
Lo siguiente fue abrigarme y afrontar el invierno canadiense que me dio la bienvenida, junto con queridos amigos que se tomaron la molestia de ir por mí hasta el aeropuerto.
Desde esta canadiense perspectiva, sentirse arropado por Dios a todo lo largo de este proceso es un bálsamo constante, una señal de que camino el sendero que me ha mostrado.
S. Alvarado D.