Sin temor a equivocarme, creo que todos hemos escuchado al menos una canción de esta superbanda inglesa de la década de los 70s e inicios de los 80s. Tal vez haya sido “The Logical Song”, o tal vez “Fool´s Overture”, o acaso “Give a Little Bit”, o cualquiera de las baladas llenas de sensibilidad que componía Roger Hodgson; los más orientados al blues y al jazz – el mero mole de Rick Davies – seguramente prestaron atención a “School”, a “Bloody Well Right”, a “Rudy”, a “Crime of the Century”. Algunos acaso habrán escuchado el concierto “Paris” – un estupendo disco doble – que nos permite escuchar a la banda en la cúspide de su carrera, y recordará a John Anthony Helliwell recriminar levemente a los asistentes parisinos su inasistencia durante la primera vez del grupo en ese país, en el Teatro Bataclan. Como fuera, el caso es que es imposible escuchar a Supertramp y no sentirse afectado por su música.
La banda nació bajo buena estrella, sin tener que preocuparse por el dinero porque, a ver: ¿cuántos grupos conocemos que iniciaron sus carreras recibiendo dinero de un benefactor, de un mecenas millonario, para cubrirles todos sus gastos y solo preocuparse por la música? El millonario benefactor era Stanley “Sam” Miesegaes que primero mandó a la goma a la banda The Joint al decepcionarse de ellos, pero cifró sus esperanzas en uno de sus integrantes al que le vio potencial. Le dio entonces la libertad de elegir a sus siguientes compañeros y así comenzó la historia. ¿Quién era ese sobreviviente? Rick Davies.
Corrían los días de 1969.
Rick se encargaría de los teclados y contrató a Roger Hodgson para tocar el bajo y cantar, a Richard Palmer para tocar guitarras, y a Keith Baker para encargarse de la batería. El nombre de la banda: Daddy. Baker pronto fue reemplazado por Robert Millar, que también había sido actor y, al mismo tiempo y para que no fueran confundidos con otra banda de esa época que se llamaba Daddy Longlegs, deciden cambiarse el nombre a Supertramp, nombre que tomaron de la autobiografía de W.H. Davies, un poeta de Welsh, titulada “The Autobiography of a Super-tramp”. Inicialmente, Rick y Roger componían, y Palmer se encargaba de las letras.
En julio de 1970 lanzan en el Reino Unido su primer disco llamado simplemente “Supertramp”, el cual no tuvo mayor impacto y que, de hecho, ni siquiera sería lanzado en los Estados Unidos sino hasta 1977, cuando ya se habían cimentado. De ese disco, grabado en sesiones nocturnas que corrían de la medianoche a las seis de la mañana porque “a esa hora era mágico hacer música” pero en las cuales se les dormía su ingeniero de sonido, destacan “Surely” y “Home Again”– baladas de Roger que mostraba desde ese momento su talento para crear hits –, pero en “Nothing to Show” ya se escucha la conjunción de sonidos que luego haría famosa a la banda.
Dave Winthrop, saxofonista y flautista, se unió a la banda, mientras Palmer y Millar eran reemplazados por Frank Farrell en el bajo – con lo cual Roger tomó las guitarras – y por Kevin Currie en la bataca, y en junio de 1971 sacan el álbum “Indelibly Stamped” en cuya portada aparece el torso desnudo de una muy tatuada mujer – Marion Hollier – a la que se le pagaron 45 libras por el trabajo fotográfico. Como dato curioso, en los puritanos Estados Unidos colocaron dos estrellas sobre los pezones de la dama. A pesar de ser un excelente álbum, no tuvo éxito comercial y la mayoría de los músicos tiró los bártulos, dejando solos a Rick y Roger. Para agravar más la situación, el millonario Sam – al darse cuenta de que no era negocio – desde octubre del 72 también les retiró el apoyo económico. De ese álbum que, insisto, está buenísimo y que está muy cargado de blues y de lirismo, ampliamente recomendadas son “Rosie Had Everything Planned”, “Times Have Changed”, “Your Poppa Don’t Mind”, “Travelled” y “Friend In Need”. Ya Rick y Roger habían tomado las riendas musicales y las vertientes de cada uno de ellos hacían que la música mostrara una muy divergente cara que a veces era pop, a veces era jazz, a veces era rock, pero que siempre era interesante. Era como una pelea musical…y era también el presagio de lo que sucedería después.
No quedaba de otra: ya sin apoyo financiero, debían salir adelante a base de su talento. Bob Siebenberg (batería y percusiones, nacido en California), Dougie Thomson (bajista escocés) y John Anthony Helliwell (instrumentos de aliento, teclados, vocales, percusiones y un mundo de cosas más, y que también era inglés) se agregaron a Supertramp y entonces todo embonó. Dato más para la trivia: durante muchos años, Bob Siebenberg apareció en los créditos de los discos como Bob C. Benberg.
Sabiendo que debían poner toda la carne en el asador, Roger y Rick compusieron 42 canciones para elegir finalmente las 8 que conformarían “Crime Of The Century” – algunas de las canciones que fueron dejadas atrás aparecerían posteriormente en “Crisis…What Crisis?”, y en “Famous Last Words”, y Roger agregó el piano Wurlitzer a su arsenal – y se metieron a grabar a los Ramport Studios (propiedad de The Who), a los Trident Studios y a otros más, con el productor Ken Scott. En agradecimiento a su mecenas de tantos años, la dedicatoria del álbum dice “Para Sam”. Cruzaron los dedos y lanzaron el disco en septiembre de 1974.
Crime of the Century fue el álbum que puso en órbita a Supertramp: desde el track inicial – School –, a la cual siguen “Bloody Well Right”, “Hide In Your Shell”, “Asylum”, “Dreamer”, “Rudy”, “If Everyone Was Listening”, hasta llegar a la apoteósica “Crime of the Century”, el álbum estaba destinado a la grandeza, y lo comprobó rápidamente vendiéndose con éxito en ambos lados del Atlántico. El álbum permite escuchar a un conglomerado de artistas que tenían un mensaje musical por comunicar, que podía muy bien pasar de lo melódico a lo progresivo y que, sobre todo y que fue algo que siempre se le reconoció al grupo, ejecutaba su música con singular entusiasmo y alto grado de profesionalismo, cuidando hasta el más mínimo detalle.
Debido a detalles contractuales, en los créditos aparecían ambos como creadores de la música y letras pero, similar al arreglo entre John Lennon y Paul McCartney, cada quien cantaba sus canciones y en el disco se manejaban dos colores de tinta para dejar en claro quién había compuesto qué.
Crime of the Century mostraba de manera muy evidente que los estilos musicales de Roger y de Rick divergían, se apartaban lenta pero inexorablemente. Y sin embargo, esa riqueza de rango, que provenía de sus diferencias, era lo que los hacía tan apreciados por los melómanos.
Con este disco, Supertramp se enfilaba a la gloria y, a la vez, mostraba que sería prácticamente imposible que sobreviviera mucho tiempo más, dadas las disímiles características y personalidades de sus cerebros musicales.
(Continuará)
Gerardo Saviola
gerardo.saviola@gmail.com
Pies de videos y enlaces
http://www.musicline.de/de/player_flash/0082839314923/0/2/50/product
Supertramp – Sampler del disco debut de la banda, con Roger Hodgson en el bajo y la mayoría de las vocales.
http://www.musicline.de/de/player_flash/0082839312929/0/3/50/product
Indelibly Stamped – Este es un sampler de las canciones del álbum. Escuchen las notorias diferencias musicales que se plasman en esta joya.
https://www.youtube.com/watch?v=vagR-Me00tE
Crime of the Century – Escuchen y sigan el piano de Rick en la porción final de esta obra maestra, cómo inicia tocando tan solo unas notas – justo al finalizar el solo de guitarra de Roger – para, posteriormente y hasta el final, aumentar la complejidad de su interpretación, mientras el resto de la banda llena de música los espacios que deja el piano. Luego, escuchen nuevamente el video, eligiendo el instrumento que deseen, y síganlo durante toda la canción. Maestrazos.