XCIII
LAS CAMPANAS MUDAS
Con alhajas de pálidas princesas
y ricas cortesanas,
alegres y traviesas,
se hicieron las campanas;
las gárrulas campanas de mi ciudad nativa,
que conmigo cantaron
y conmigo lloraron
al caer de la tarde pensativa.
También dieron los pobres
y también los vencidos,
cadencias a sus cobres,
temblor en sus gemidos.
Fundióse en los crisoles
con cetros y coronas de monarcas,
las armas que brillaban como soles
y las joyas dormidas en las arcas.
Les dieron los cañones
el trueno retumbante de sus sones
y sus notas triunfales los clarines
que anunciaron por todos los confines,
la gloria de esforzados paladines.
Por eso hay en sus notas,
de rica fantasía,
inquietudes remotas
de amor
y de dolor
y de alegría.
Encarnan al vibrar, toda la vida:
¡Las penas, los placeres…
son almas de mujeres!
Novias que lloran la ilusión perdida
o tejen de ilusión un grato ensueño;
madres que rezan en continuo empeño,
de amparar el ausente que la olvida…
Nacieron para amar ¡pues son mujeres!
Nacieron para orar ¡pues son cristianas!
Para amar,
para orar
y llorar
y cantar
amorosas, dolientes y bélicas campanas…!
X X X
Pero un día callaron las campanas
la efusiva explosión de sus sonidos
que cual aves heladas en sus nidos
no volaron ya más por las mañanas.
Las bocas que llenaron de armonías
las cambiantes moléculas del viento,
rodaron ultrajadas y vacías
por el duro pavimento.
¡Bárbaras manos rudas
a mis campanas las dejaron mudas!
X X X
¡Campanas! Desde niño
las oía con cariño…
Por ellas aprendí los grandes días
y los días de luto y de congoja,
y encendieron en mí la flama roja
de mis ensueños y mis fantasías.
Campanero ¡oh viejo campanero!
Yo te oí mañanero
repicar,
y te vi en el crepúsculo
en la alta torre minúsculo,
tocar,
las dichas y las penas el primero
anunciar…
Campanero ¡oh viejo campanero!,
Quiero escuchar de nuevo tu cantar.
X X X
Hoy, el tiempo ha colgado su vetusta
lágrima en la torre adusta,
la araña ha bordado sus encajes
de puntos suspensivos,
de una a otra pared semiderruidas,
y de los búhos, de tétricos plumajes
y de ojos pensativos,
hicieron en la torre sus guaridas…
X X X
Campanero que hoy tocas las campanas
en la gloria del Justo;
baja a la tierra para darme gusto
y desgrana las perlas de tus dianas
a la luz del amor y la verdad.
¡Toca, toca, oh viejo campanero!
¡Toca, toca, como un genio agorero,
las campanas de mi vieja ciudad!
1928
Alfredo Aguilar Alfaro
Continuará la próxima semana…