Editorial
Nuestro diario ve la luz universal precisamente en el día viernes que, en este caso, en el calendario cristiano, es de reflexiones, liturgia cristiana y cumplimiento de cánones religiosos motivantes de análisis, valoración del sacrificio de un Cristo que exhaló en el Monte Calvario su último aliento para mostrar un camino de redención. Tal ocurrió de acuerdo con la doctrina cristiana hace casi dos mil años.
De ese triste y doloroso momento, a las circunstancias actuales, con las nuevas generaciones de ciudadanos que habitan un mundo sobrepoblado, hay enormes distancias de tiempo y diferencias que motivan la pregunta: ¿Las nuevas generaciones se han despojado de los valores religiosos heredados? ¿Las religiones van en retroceso ante el supuesto avance de la modernidad y las sorprendentes muertes de una tecnología al servicio del disfrute, que no a la reflexión?
A simple vista ya no existe más, o está seriamente fracturada, la escala de valores morales en las sociedades modernas. Hasta con desfachatez circulan en las redes sociales mensajes que cuestionan a los usuarios sobre el tema: ¿A dónde irás esta Semana Santa?
Los comerciantes y promotores anuncian ofertas en consumo de alimentos, espacios, vinos y licores, paquetes de diversión para familias o jóvenes, espectáculos de risa y bailes, excursiones con todo pagado a lugares o espacios de playa y sol. No asoman por ninguna parte, como no sea en los pequeños y limitados espacios de programación de creencias religiosas, los horarios de misa, celebraciones y oración. Predominan en los medios de comunicación escritos, visuales o auditivos, en los que se hace un llamado constante al jolgorio y la diversión.
Dentro de esta sicosis social no se hallan espacios abiertos suficientes a la reflexión, a la convivencia familiar, a la paz de conciencias, a la madurez intelectual y religiosa. Los días de la Semana Santa se han convertido en jolgorio, expansión, disfrute, paseo y diversión.
Y es triste que así sea, porque tales campañas de prensa para población abierta en televisión, radio y redes podrán servir para que una parte de la sociedad se empodere en lo económico y financiero, pero no para elevar la calidad de vida de la población y el reconocimiento a sus valores históricos tradicionales.
Más que Semana Santa, se publicita un Carnaval de diversión, pasiones y jolgorios aún mejor que el que aconteció en meses anteriores, ese sí justificado, convocado y realizado dentro del espíritu popular de los tiempos antiguos.
Detengámonos un momento y consideremos que es tiempo de reflexión sobre estos temas que de suyo son conflictivos por los diversos puntos de vista e intereses que engloban.
Las costumbres, lo sabemos bien, se modifican y varían, pero la reflexión sobre los cambios bruscos e inconvenientes está en el seno de cada familia.
¿Estamos en los tiempos de hablar y referirnos a la caducidad de las costumbres que vemos sucumbir? ¿Es el anuncio de los nuevos tiempos y pensamientos en el mundo?
¡Chi lo sa!