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Viejo Rastro

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Juan José Caamal Canul

Viejo rastro de techos desconchados. Del cielo raso se precipitan fragmentos que se desintegran en el suelo confundiéndose con la tierra dispersa, descubriendo costillas suspensas.

La tierra hiede a encarcelamiento de excretas animales y humanas.

Solo hay espacios vacíos donde antes hubo puertas y ventanas. Los enrejados perduran pese a la herrumbre. Los marcos vacíos dejan entrever la necia sonrisa de los cantos pelados.

Y donde perdura el párpado de una puerta vencida, o descolgada por los años, penden simbólicamente una bisagra, mariposa o libélula de la libertad que une el día con sus horas.

Quizá el acceso principal del edificio contuvo alguna reja. Piso desolado. Ventanas muertas con párpados abiertos donde huye infinitamente la mirada libertaria.

En una esquina, envases astillados, latones tiznados semienterrados, rocas que contuvieron una hoguera y reprodujeron el ritual de la historia y los tiempos primigenios

Hay una palpable soledad que brota como fruta del trópico. Musgo que se esparce por las paredes donde alguien en el tiempo escribió lo que aún permanece.

La tarde muerde el alma.

Un perro engaña su hambre con cartílagos resecos. Restalla con furia los incisivos contra el acantilado de una quijada, un diapasón, un arma bíblica, vibración que estremece los tiempos y las estirpes.

Ladra al viento al enemigo invisible; el sustento peligra; imagina.

Camino entre vestigios óseos. Vértebras crujen bajo mis pies. Camino blanco hacia mis propios huesos, destino final de todo. Fin de marcha que es el desierto de piedras rodadas por el sacrificio y el abandono.

Las ramas de una ceiba crujen angustiosamente y caen ramas sobre viejos muros.

El viento pasa, contiene y esparce la hediondez de la pudrición humana y de las bestias.

Las nubes semejan fragmentos de la noche próxima. Adentro, el musgo anochece las paredes. Su sombra unirá dos tinieblas.

El sol bosteza su envejecer.

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Viejo rastro que alberga y das cobijo a sombras solitarias que vagan por el pueblo. Espectros que hablan consigo mismos e imitan el reflejo sonoro de sus pasos.

Solo sobrevive el recuerdo distante, solitario, angustiante, de tanta lobreguez contenida entre sólidas murallas.

Noviembre de 2017

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