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La FILEY: un esfuerzo noble y valioso

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Perspectiva

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En unos días bajará el telón de la edición 2019 de la Feria Internacional de la Lectura Yucatán (FILEY) y, a pesar de ser la octava vez que se celebra, lo cual cada vez que sucede es un festejo para muchos de nosotros, no deja de asombrarme la cantidad de detalles que es necesario tomar en cuenta para lograr que sea un evento exitoso. Recordemos que la FILEY va orientada principalmente a nosotros, los lectores que acudimos, a nuestros niños, a las escuelas y, en general, a toda persona que desee abrevar un poco de la oferta cultural que representa la palabra, fuera transmitida de forma escrita u oral. Sin temor a equivocarme, puedo afirmar que el juicio final de los Clientes a quienes va dirigido será favorable, y entonces comenzará la cuenta regresiva para la edición del 2020, que esperaremos ansiosamente.

Para tener una idea del tamaño del esfuerzo de logística y organización que implica celebrar la FILEY, tan solo hay que echar un vistazo al programa de actividades de este año: 72 páginas de portada a contraportada, en formato tabloide, unas pocas de ellas con propaganda, y el resto llenas de horarios, participantes, tipo de evento, sedes, audiencia a la que va dirigido, y toda la información que cada uno de los eventos requiere. Para cada evento, después de que se acordó cada uno de ellos con los participantes –que por sí solo no es tarea nada fácil– fue necesario determinar de qué tamaño sería el espacio en el que se llevaría a cabo, cuántas sillas se requerirían, equipos de sonido, definir cómo controlar el acceso y lo que sucede durante el evento hasta su conclusión, cuánto personal se requeriría para administrarlo adecuadamente, e incluso algunas medidas básicas de emergencia en caso de que fuera necesario hacer algún ajuste porque se presentara un imprevisto.

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Previo a todo lo anterior, fue necesario determinar la sede: definir si seguiría siendo el Siglo XXI, y entonces preparar un plano con la disposición física que podrían usar los expositores, comercializarlos y acordar con ellos cómo satisfacer sus necesidades de energía eléctrica, mobiliario mínimo, accesos, áreas de almacenaje, hacer los ajustes necesarios, ayudarlos a adornar sus espacios. A esto hubo que agregar la cantidad esperada de visitantes, evaluar si el estacionamiento y las instalaciones sanitarias resultarían suficientes, e incluso definir qué uso se daría a las salas de cine en el inmueble.

Aplaudo a todos los estudiantes de la UADY que se ofrecieron, a cambio de los créditos necesarios para cumplir su Servicio Social, a fungir en todos los roles que los organizadores pudieron definirles: desde el equipo de recepción al inmueble, pasando por su participación en todos los eventos, ayudando a que lo que estaba en el papel se trasladara exitosamente a la realidad, reportando anomalías y ajustes necesarios, en fin, fungiendo como lo que en realidad han sido: los anfitriones de esta gran fiesta.

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De último dejo al Comité Organizador, a quienes brindo un muy merecido elogio en estas líneas: porque se esforzaron y, haciendo ajustes a partir de las lecciones aprendidas en la edición 2018, mejoraron la FILEY, acercándola aún más a nosotros. Habrá nuevas lecciones aprendidas al hacer el balance final del evento, y estoy seguro de que serán consideradas en el desarrollo de la organización de la edición 2020. Les sugiero abran un canal de comunicación a sus Clientes, a nosotros, para que les hagamos llegar nuestras felicitaciones y algunas recomendaciones para darle mayor realce a futuros eventos.

Tanto que ha sucedido en ese evento, en tan pocos días, y con el beneplácito de los asistentes…

Desde esta perspectiva, la FILEY cumple con creces con una labor que es vital y urgente en nuestra sociedad: construir un mundo de lectores y de gente con opinión formada a través de su exposición a ideas y conceptos vertidos en el papel. “Un niño que lee será un adulto que piense,” reza el adagio. Eventos como la FILEY abonan en ese sentido. Es tan gratificante observar a tantos niños participar en las actividades, y a un buen número de jóvenes adquirir material de lectura que les abrirá la mente, que incitará su curiosidad, que les permitirá forjar su propio criterio.

A ellos se agregan lectores de otras edades, algunos veteranos de miles de palabras, otros incipientes adeptos, todos hermanados por el poder que emana de un libro, por la promesa que encierra de convertirse en un amigo que nos acompañe el resto de nuestras vidas, por las ideas que se escapan de entre sus líneas.

Muchas felicitaciones a todos los que participaron. Que cada año sea más exitosa nuestra FILEY.

S. Alvarado D.

sergio.alvarado.diaz@hotmail.com

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