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Mitsu e Hiraku (XXXV)

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‘Toda historia tiene un principio y un final, muchas veces las conclusiones de esta dejan insatisfechos a una parte de quienes la estudian. En el caso de los Shinobi, muchos finales quedaron ocultos, acrecentando los mitos y generando leyendas imposibles de certificar.’ –  AYUMI KOIZUMI, Cronista

Chieko e Hiroshi habían entendido ya hacía algún tiempo que, si la Compañía los quisiera muertos, sus cadáveres ya estarían en el fondo de un río o enterrados en cemento. Por ello se limitaron a sentarse en la sala de aquella propiedad cercana a la frontera con Guatemala. Frente a ellos, Lev Aggot se había acomodado en el sillón correspondiente, sin perder en ningún momento la elegancia que lo caracterizaba. Su sonrisa trataba de parecer cortés, pero a ella le perturbaba. Algo tenía ese personaje que hacía que todos sus sentidos se agudizaran al extremo.

Hiroshi trataba de anticipar posibles escenarios. Si bien Aggot llegó solamente acompañado del chofer de la limosina, este permaneció fuera, pero eso no significaba que alrededor de aquella construcción no hubiera un comando, o quizá dos, listos para irrumpir en el lugar para aniquilarlos.

El invitado inesperado se limitó a observarlos, como tratando de adivinar los pensamientos de sus anfitriones. Al intensificar su sonrisa, pareció tener pleno conocimiento de ello, e inició la conversación.

<<Bien, estoy aquí como representante de la Compañía, para explicarles con detalle total lo que ambos deberán hacer, lo que les es trascendente o, más bien, vital porque es la clave para que den el salto al nivel de existencia que desean. Por ello requiero que se concentren en lo importante y dejen de concentrarse en discernir si mi sonrisa es amable o siniestra, o si afuera hay asesinos en espera de instrucciones. Podría haber o no pero, repito, si los quisiéramos muertos ya lo estarían.>>

Sonriendo, continuó: <<Ahora que tengo su completa atención, vayamos al punto medular de toda esta historia que inició hace más de 500 años en el pasado. Para ello les concederé a cada uno la oportunidad de hacerme dos preguntas a las cuales contestaré con total sinceridad, sin importar la naturaleza de ellas. Después les diré cuál es la opción que les ofrezco, y que espero ustedes obedezcan completamente. ¿De acuerdo?>>

Ante el prolongado silencio y las evidentes caras de asombro y reserva, Aggot decidió conceder el primer turno a Chieko diciendo: <<Las damas siempre primero.>>

<<¿Nos llevarás donde están Kadashi e Hiso?>>

<<Sí.>>

<<¿Adónde nos llevarás?>>

<< A la Antártida.>>

Hiroshi meditó un momento sus preguntas. Aquel individuo utilizaba solamente la extensión necesaria en sus respuestas, así que trató de ordenar sus pensamientos.

<<¿Por qué dijiste que esta historia inició hace más de 500 años?>>

Lev Aggot sonrió de nuevo. Ahora la expresión era sincera: le agradó que aquel ninja hubiera analizado su petición. Decidió corresponderle.

<<Hace más de 500 años, en Japón, tu tatarabuelo, el maestro Matsumoto decidió huir a las montañas durante el Shogunato de Yorimoto Minamoto, cuando este se nombró generalísimo de todos los ejércitos, estableciendo aquel régimen feudal. Fue cuando surgieron Mitsu e Hiraku, los ninjas más importantes de todos los que han existido. Sus proezas fueron escondidas a las masas, pero la élite siempre tiene acceso a las crónicas de la Historia. La importancia de estos guerreros radica no solo en lo que lograron por más de cien años en este plano existencial, sino que gracias a ello lograron dar el salto evolutivo y existen en otro más evolucionado. La herencia de todos estos personajes se preserva en la sangre de ustedes. En tu caso, Hiroshi, o mejor dicho, en tu caso Hibiki, eres descendiente directo del maestro Matsumoto; Chieko, tú lo eres de Mitsu e Hiraku. Eso los convierte en piezas clave de esta historia. ¿Cuál es tu segunda y última pregunta?>>

<<¿Quién eres tú realmente?>>

<<Puedo responderte, pero no deseo hacerlo, porque solo los confundiría. Limitemos la conversación a lo que es fundamental para ustedes.>>

Lev Aggot sacó de uno de sus bolsillos una cajita de plata de donde tomó un cigarrillo. Lo encendió sin pedir permiso antes de proseguir.

<<Vayamos al grano. No importa nada de lo que haya sucedido en el pasado. Lo que hubo en sus respectivas vidas hasta este momento no tiene nada que ver con lo que ahora viene. Los motivos por los que ambos llegaron a esta etapa ya los he explicado. Sólo resta dejarles claro quiénes somos nosotros y por qué podemos controlar el final.>>

Chieko sintió un escalofrío y se sintió avergonzada por ello. La forma en la que aquel personaje detallaba las cosas la ponía nerviosa. Aggot parecía percatarse de ello por lo le dedicó una mirada cómplice antes de continuar.

<<Controlamos el mundo, lo hemos hecho desde siempre, y así seguirá siendo. Nos encargamos de mantener el equilibrio de nuestra creación más preciada, la cual no es otra que la humanidad y todo lo que existe a su alrededor. El mundo como ustedes lo conocen no es más que una gigantesca escenografía que ha ido evolucionando con el paso de los años. Esto ya ustedes lo saben por lo que les han informado Mitsu e Hiraku, a los que sabemos que visitan utilizando los poderes introspectivos que han desarrollado los últimos meses. Ahora bien, después de enterarse de la verdad, de saber que no viven en un planeta, que jamás llegamos a la Luna, que no existe Marte, ni el Sistema Solar, que la historia como la conocen está llena de mentiras e imprecisiones, que la mayoría de los mitos que ustedes dan por reales en realidad son invenciones de nosotros…>>

Chieko interrumpió la explicación levantando la mano, como hacía constantemente en la Universidad de Tokio, ante la divertida mirada de Aggot.

<<Un momento. ¿Somos invenciones de ustedes, y también la historia misma de la humanidad?>>

<<Por supuesto, darling. La evolución de su raza ha sido definida por nosotros. Elige cualquier parte de la historia del ser humano y esta habrá sido modelada por nuestros diseñadores quienes, por cierto, son los mejores. Cada época, cada dominio de los grandes imperios fueron delineados de principio a fin, desde el Imperio Arqueménida o Persa que dominó del 550 al 330 antes de Cristo, pasando por el Romano, que conquistó grandes extensiones de territorio dominándolos por siglos, y al Árabe, que logró expandir su imperio apoderándose de territorios que abarcaban desde la península Ibérica hasta la India en los siglos VII y VIII.>>

Hiroshi no pudo permanecer con dudas y decidió intervenir.

<<¿Incluso el Imperio Mongol, que dominó desde la península de Corea hasta el río Danubio y fue combatido por nuestros antepasados, fue inventado por ustedes?>>

<<¡Por supuesto! El imperio de tierras continuas más extenso de la historia, que llegó a tener una extensión de 33 millones de kilómetros cuadrados y más de 100 millones de habitantes, fue creación nuestra, como también lo fue el Imperio Británico que conquistó una cuarta parte de la población mundial, incluso a ustedes, los japoneses, a los chinos, a los coreanos, a todos. Ustedes son como nuestros hijos, aunque en realidad son un producto, un producto de nuestra propiedad, propiedad de la Compañía, y solamente ella decide cómo termina cada historia de dominio, los giros que cada una tendrá. Sin embargo, y aquí está la parte medular de este asunto, su generación ha sido la única capaz de alcanzar el poder de destruirse a sí misma.>>

Chieko perdió el miedo a hacer nuevas preguntas. De alguna manera, le simpatizaba a aquel personaje siniestro.

<<¿Las anteriores humanidades que existieron antes que nosotros, los que murieron por el diluvio…?

<<Nosotros nos encargamos de ellos y también fuimos responsables de otras calamidades cosmo-telúricas. Debo aclarar algo muy importante: cuando eso ha ocurrido lo que se destruye es la humanidad y los seres vivos que coexisten con ella; la cúpula y la base donde todo esto sucede permanece firme e inexpugnable. Eso nos obliga a empezar de nuevo, lo que nos permite innovar o añadir ciertos elementos para que las historias no sean las mismas. Por eso decidimos crear a Hitler y los Nazis, para sacudir los cimientos y ver qué eran capaces de hacer las demás potencias. Fue una guerra breve, pero muy emocionante porque ese hijo de puta estaba tan loco que casi propicia la destrucción de todos, de manera muy anticipada a otras eras que fueron mucho más longevas.>>

<<Pero vayamos al grano>> añadió con seriedad. <<En todo este proceso, cada determinado tiempo elegimos a humanos como ustedes, predestinados a la evolución de su raza, capaces de canalizar los poderes que nosotros les insinuamos a través de diversos trucos. Los ayudamos a crecer en sus capacidades hasta que llegan a este momento crucial en el que enfrentarán a unos rivales igual de temibles que ustedes, solamente que estos han sido modificados genéticamente. Así que seré sincero: sus posibilidades de éxito no son muchas. Las apuestas están en su contra. Sin embargo, ¿no de eso se trata este juego: de deleitarse observando cómo los mejores se enfrentan entre sí en un duelo a muerte? ¿Qué premio los motivaría a hacerlo? Ustedes ya lo saben: solamente así podrán reencarnar en un nivel superior.>>

Chieko se puso de pie y lanzó la última pregunta: <<¿Entonces dónde será este enfrentamiento?>>

Lev Aggot sonrió ampliamente. La chica le era simpática.

<<Pues, como te dije anteriormente, la batalla será en la Antártida ¿Dónde más podría ser?>>

Continuará…

RICARDO PAT

riczeppelin@gmail.com

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