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El Humorismo en Yucatán (XXVII)

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XIII

Continuación…

DELIO MORENO CANTÓN – Nació en la ciudad de Valladolid en 1863 y falleció en la ciudad de México, en 1916. Fue uno de los mayores valores literarios de Yucatán: poeta, novelista, periodista y hombre público de enorme popularidad. No desdeñó cultivar la poesía humorística, como lo demuestra la siguiente, en que hace filosa crítica de ciertos maestros mercantilistas de antaño.

En problema burlón y estrafalario

me preguntas, ¡Oh, Frank! ¿Por qué en la escuela

del áspero pedante

que pela tras de pela

se proponía enseñar el Silabario

a veces derramé llanto abundante?

¿Y sabiendo quién fue me lo preguntas?

¡Ay de mí! ¡Qué cuartazos,

qué fuertes pescozones

y qué de chancletazos

en el momento de tomar lecciones

el dómine furioso propinaba

al que al decir la suya se enredaba!

Fue mi primer inglés. ¿Vas comprendiendo?

Cobraba la lección con ceño adusto

y si no le pagabas a su gusto

te soltaba un cuartazo reverendo.

De entonces comenzó mi triste suerte

y por eso lloraba yo y aún lloro.

Mas por Caifás me asusta y maravilla

que lo que yo con lágrimas deploro

a ti te haga cosquilla

¡Ay Dios, somos tan pocos

los que al ver las miserias mundanales

lloramos como locos

por los ajenos y los propios males!

Pretender que tuviese en la memoria

los nombres de los reyes chichimecas,

acolhuas, tepanecas

y otros enrevesados;

¡como si yo pudiese lindamente

llevar en la cabeza tanta gente!

En clase del pasante de abogado,

aquel que por nariz tenía una trompa,

también fatal se me enseñaba el hado.

Mas deja que yo rompa

otra vez a llorar la suerte mía.

“Diga usted la lección” ¡Joven potente!

¡Morir siendo tan joven todavía!

Mas di si era posible humanamente

dársela, cuando yo no la sabía.

Se fue. Pero aún me abruma

su maldecida estirpe muchas veces.

Dígalo de una vez franca la pluma:

¡Me matan los ingleses!

¿Y así te extraña Frank, el que yo llore?

Dile al mar que no brame

y al sol que el campo con su luz no dore;

mas deja que mi llanto se derrame.

–“Págueme usted”, con aire impertinente

me asalta algún inglés cual perro bravo

pero, dime, repito, humanamente

¿Cómo puedo pagar sin un centavo?

Dicen que hay libertad; ¡Mito adorable!

Y vemos que nos hieres a mansalva,

Inglaterra implacable.

¡Y a la Patria infeliz, nadie la salva!

Mientras no se declare cruda guerra

a la malvada gente,

no habría paz en la tierra

aunque el mundo reviente.

Entre tanto, ¿No quieres que entre tanto

como en clase hoy derrame amargo llanto?

Conrado Menéndez Díaz

Continuará la próxima semana…

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