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Chairos contra Fifís

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Perspectiva

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Existe seguridad en las mayorías cuando has aprendido a dividir…

Not One Of Us, Peter Gabriel

Según el Diccionario del Español de México (http://dem.colmex.mx/), desarrollado por el Centro de Estudios Lingüísticos y Literarios de El Colegio de México, un chairo es una “persona que defiende causas sociales y políticas en contra de las ideologías de la derecha, pero a la que se atribuye falta de compromiso verdadero con lo que dice defender; persona que se autosatisface con sus actitudes.”

En el mismo Diccionario, “Fifí” se refiere a alguien “que viste con mucha elegancia o tiene modales muy delicados”. En la práctica, y en el México actual, “fifí” es la etiqueta que el actual Presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, nos ha endilgado a todos aquellos que osamos disentir de su opinión, con lo que nos ha convertido en los antípodas de los chairos.

Hay algo fundamentalmente erróneo en esta tan binaria manera de ver las cosas y de calificar a los mexicanos del Presidente López Obrador: tan solo por su propia naturaleza, el ser humano tiene rasgos únicos que lo distinguen de los demás, luego entonces es imposible que solo haya dos tipos de personas y de personalidades. Por otro lado, los fifís y los chairos tenemos muchos puntos de coincidencia, siendo los más notables aquellos que buscan que las cosas no regresen jamás a estar tan jodidas como las han dejado los gobiernos post Revolución y, ciertamente, restaurar la seguridad y tranquilidad tanto social como económica a nuestra atribulada y ensangrentada nación.

Habiendo coincidencias entre unos y otros, las dudas y preguntas no dejan de acudir a mí…

¿Por qué el Presidente López Obrador continúa sembrando división entre unos y otros en vez de buscar unidad? ¿Por qué el argumento por excelencia de los chairos es insistir en el endiosamiento que 30 millones de votos por el Presidente López Obrador claman lo reviste cuando existe un argumento todavía más pesado en contra y es el que esgrimen los fifís: el de 60 millones que no votamos por él?

¿Por qué pretende el Presidente López Obrador desviar la atención hacia asuntos nimios y banales como topes salariales, en vez de actuar pronto, con decisión, en beneficio de TODOS los mexicanos y no solo de algunos, iniciando un verdadero movimiento implacable contra la corrupción?

¿Por qué el Presidente López Obrador continúa dirigiéndose a los mexicanos como lo hizo cuando estaba en campaña, fomentando fobias en vez de filias, sembrando vientos en vez de abogar por la unidad de unos en otros por el bien de México?

¿En serio no se da cuenta el Presidente López Obrador que sus decisiones están costando millones y millones de dólares, así como una inmensa pérdida de confianza en México y la independencia de sus instituciones al cancelar obras en las que muy bien pudo reforzar los controles que evitaran la corrupción que denunció y que dice perseguir? ¿Y no se dará cuenta de que por muy plausibles que fueran sus acciones lo primero que debe hacer como administrador es un análisis de costo-beneficio, asegurándose de que siempre salga ganando México, en vez de perder, como ha sucedido desde que fue electo? ¿Será que ni siquiera confía en sus asesores, o será acaso que sus asesores son en realidad los nefastos que ahora manejan los destinos del país?

¿Por qué el Presidente López Obrador solapa mafiosos y personajes identificados como corruptos y corruptores, invitando a algunos de ellos a “trabajar” con él, y en cambio nos injuria y agravia indicando que “no es rencoroso” y por lo tanto no perseguirá y aplicará el peso de la Ley a ninguno de los que vaciaron las arcas nacionales a manos llenas, a pesar del cúmulo de evidencias?

¿Por qué no revisar y modificar las Reformas Educativa y Energética, y todos los proyectos que estaban en marcha, en vez de teatralmente darles de balazos ante la opinión pública y, peor aún, sin un reemplazo sopesado y cuidadosamente analizado para obtener mejores beneficios y no tirar por la borda aquello que amerite ser salvado, incluyendo a las instituciones que ya existen? ¿En serio piensa que en seis años podrá reconstruir después de demoler?

¿Por qué empeñarse en tomar decisiones en base a resultados de encuestas que ni son estadísticamente certeras ni son organizadas conforme a lo que la Ley indica para volverlas vinculantes?

Muchos de los chairos, a mi parecer, idealizan e idolatran al Presidente López Obrador al compararlo con los que lo precedieron en el puesto, con lo que automáticamente es mejor, pero pierden de vista que esto es solo porque los anteriores fueron los más malos y nefastos que hemos visto en el Siglo XXI.

Ah, pero es la información, acompañada de la nefasta realidad, lo que hace que veamos cuán falible y humano resulta. Efectivamente: ante la verborrea y la palabrería no hay nada como los datos duros y fríos que demuestren si se dan avances o retrocesos. ¿Le parece a alguno de ustedes que del 1° de julio al día de hoy en nuestro país las cosas estén más tranquilas, que el clamor y exigencias sociales hayan sido atendidas, aunque fuera con trabajos iniciales, y que la seguridad, acompañada de la unión, se comience a respirar en el ambiente? ¿Alguno de ustedes ha podido encontrar un “método” dentro de la locura que fue este período de interregno y ahora las dos semanas de gobierno del Presidente López Obrador? En contraste, las cifras por pérdidas y cancelaciones, que finalmente terminaremos pagando los de siempre, es decir, los chairos y los fifís de siempre, se acumulan.

Preocupa cada vez más que el Presidente López Obrador se vea como un líder soberbio y poco dado a enmendar sus errores, en vez de aceptar su propia falibilidad y hacer votos por mejorar. Hay que leer e informarse más, y dejar de dividir para, finalmente, sumar. De lo contrario, las pocas certezas serán todas negativas, y todas las dudas y preguntas simplemente confirmarán el peor de los diagnósticos lo que, en consecuencia, sería una debacle para todos los mexicanos.

Desde esta perspectiva, ni chairos ni fifís: todos somos mexicanos que aspiramos a ver que se levante nuestro país del estado de postración en que lo han puesto sus gobernantes y los políticos.

¡Aplíquese, Presidente López Obrador! Sea humilde, acepte críticas y enmiende como fuera necesario. Aprenda a convertirse en un Presidente para todos, por el bien de todos.

S. Alvarado D.

sergio.alvarado.diaz@hotmail.com

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