Silvante brisa
desclavó de mis manos
acariciantes gotas de lluvia
mordida de jaguar que las llevó
hacia el resto de la noche
en busca de un trofeo
el poema disipándose
en el éter de unos ojos
con la sonrisa del amante
que atrae a la fiera
y al placer que atesora.
Wachy Bates