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Juárez y su Ejemplo

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Perspectiva

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“El Respeto al Derecho Ajeno es la Paz”

Benito Juárez

Atendiendo a la amable invitación del grupo de asociaciones liberales a su sesión de clausura de actividades 2017, siendo el tema de la sesión el “Juarismo”, tuve el gusto de escuchar no solo un poema sino también una muy interesante exposición sobre la necesidad de recuperar los valores de amor a la patria, y de trabajo y sacrificio por la nación, valores que enarboló Juárez hasta el último de sus días. Las disertaciones, respectivamente, estuvieron a cargo de Federico Iván González Menéndez y del profesor Janitzio Durán Castillo, a quienes desde esta columna agradezco sus palabras porque me motivaron a la presente reflexión.

Ambos expositores hablaron de la importancia de retomar ese amor por México ante las innumerables demostraciones de entreguismo que atestiguamos en la clase gobernante, haciendo un llamado a reforzar la soberanía de nuestro país, y a la búsqueda de líderes que abreven de las enseñanzas y valores del pastor de Guelatao.

En particular, el maestro Durán relató una breve anécdota de Juárez que me dejó profundamente impresionado. Recién fallecido Benito Juárez, sus ayudantes hicieron un recuento de su guardarropa. Al abrir su estante encontraron únicamente tres trajes –dos de ellos con remiendos evidentes, y uno totalmente nuevo, que nunca llegó a utilizar– y un frac. Lo enterraron vistiéndolo con el frac.

Con esta anécdota, se pretendía hacer ver a los asistentes la frugalidad y espartana manera de vivir de quien ha sido llamado el Benemérito de la Patria: Juárez no tenía mansiones, ni casas de colores, ni tampoco usaba chamarras de diseñador, ni poseía establos o múltiples propiedades, ni tampoco tuvo grandes fortunas guardadas o heredadas a sus descendientes, mucho menos gastó dinero del pueblo en promover su imagen, ni se aprovechó de su puesto, ni fue parte de una cofradía de asaltantes disfrazados de políticos; tampoco se le conocen escandalosas alianzas con intereses o ideologías contrarias a las suyas, y supo resistir los embates de la nación norteamericana y del imperio europeo que se frotaban las manos ante la posibilidad de hacerse de un territorio lleno de riquezas.

Las palabras del maestro Durán resonaron en mi mente mucho tiempo después de que las pronunció, y lo siguen haciendo.

Entonces acudieron a mí las interrogantes.

Me pregunté primeramente cuál fue el último gobernante nacional, estatal y municipal del cual puedo decir que fue espartano en su administración, frugal en su dispendio, y cuyas obras y reputación le hubieran otorgado el aprecio de los que fuimos sus gobernados. Quería saber, en pocas palabras, quién de los encargados de gobernarnos había seguido el ejemplo de Juárez. Al analizar mis poco más de 50 años de vida, no pude encontrar uno solo que lo haya hecho, en ninguno de los niveles de gobierno. Sí pude identificar algunos a nivel local y municipal, que gobernaron previamente a mi nacimiento, cuyos nombres aún resuenan por los corredores de nuestra Historia. Hicieron algo bueno, pero sus nombres no suenan como los de los que vinieron después, que no entregaron las cuentas claras, ni son reconocidos como grandes gobernantes, mucho menos como ejemplos de los conceptos juaristas. Algunos de los que siguieron sus pasos abonaron y trabajaron en beneficio de nosotros, pero también se sirvieron y se envilecieron con el Poder, lo cual los descalifica como émulos de las ideas de Juárez. Muchos otros se llenaron los bolsillos de dinero y, para ser claro, nos jodieron aún más.

Luego me pregunté cuántos de los que actualmente nos gobiernan, y de los que nos aspiran a gobernar a partir del próximo año 2018, son estandartes de los conceptos de Juárez. No encontré uno solo. Eso sí: identifiqué a uno que se cubre con una capa de oveja, pero que aprendió a ser lobo y zorro con los depredadores de nuestra nación, y que los últimos dieciocho años ha vivido sepa Dios de qué manera, sin ingresos propios, pero a todas luces no vive espartanamente, demostrando que aprendió muy bien cómo beneficiarse de los “logros” de la revolución, aplicando las estrategias de aquellos con quienes se crio, buscando el Poder de la manera que sea, aunque no tenga la menor idea acerca de cómo cumplir lo que ofrece, engañando a aquellos que no logran ver a través del humo y los espejitos que ofrece.

Decía el maestro Janitzio Durán que ve muy pesimistas a los ciudadanos, y opinaba que no tendría por qué ser así. Nos invitó a confiar en la juventud, a trabajar inicialmente en nuestras familias, inculcando los valores del juarismo en nuestros jóvenes. Federico Iván invitó a los asistentes a dar a conocer la ideología de Juárez a las nuevas generaciones, a enseñarlos a combatir el entreguismo que abunda en la clase política, a enseñarles a trabajar hasta lograr que le sea devuelto a México lo que le ha sido arrebatado.

Desde esta perspectiva, y después de haberlos escuchado, no me queda la menor duda de que necesitamos líderes que se alimenten de las ideas que Benito Juárez tenía acerca de cómo se debe servir a la Nación, líderes que sean capaces de diseñar e implementar acciones que nos permitan ser autosuficientes y que, al hacerlo, contribuyan al engrandecimiento de nuestro atribulado México, y al mejoramiento de las condiciones de vida de los millones de mexicanos que menos tienen y que merecen la oportunidad de dejar de ser pobres.

El gran problema es que, a pesar de que han transcurrido ya exactamente 145 años del fallecimiento del Benemérito, sus herederos ideológicos han demostrado tan solo ambición y pequeñez de propósitos, procurando siempre lo mejor para ellos mismos, traicionando ideales nobles en aras de hacerse de riquezas, olvidando que su rol es beneficiar a la mayoría, a los ciudadanos.

Lo peor es que ya tenemos encima el 2018, y los lobos con pieles de oveja están creciendo en número y en promesas. Parafraseando a Juárez, al no respetar nuestros derechos, al ser tan impunemente desvergonzados como han demostrado ser todos, jamás obtendremos paz.

S. Alvarado D.

sergio.alvarado.diaz@hotmail.com

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