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A través de la radio y de los discos de vinil – de 33, 45 y el ocasional vinil de 78 RPMs – y, posteriormente, al mudarme a los CDs y DVDs, la música me ha acompañado a lo largo de mi vida.
Los Beatles, Creedence Clearwater Revival, y todos los artistas en esos discos de 45 RPMs que dejaron mis primos detrás en la casa que compartimos, al mudarse y continuar son sus vidas, iniciaron mi educación musical y me hicieron apreciarla, además de abrirme nuevos panoramas.
Mi conciencia musical, por decirlo de otra manera, despertó muy temprano y es necesario decir que los artistas en las décadas de los 60s, 70s, 80s y 90s han perdurado y, en muchos casos, han conservado sus raíces.
Fue hasta finales de los 80s que pudimos apreciar los shows de premiación a lo mejor de la música, el show de los Grammys. Grammy es un apócope de “gramófono”, que es la forma de la estatuilla que reciben los ganadores en esa ceremonia, mudo homenaje a los primeros aparatos reproductores de vinilos. Los premios Grammy son el equivalente musical a los premios Oscar: aquellos son otorgados por la Academia Nacional de Artes y Ciencias de la Grabación (NARAS) en los Estados Unidos, y éstos son otorgados por la Academia de las Artes y Ciencias Cinematográficas (AMPAS)
En 2015, el domingo 8 de febrero, se efectuó la ceremonia 57 de la entrega de los premios Grammy y, mientras la observaba (con muy certeros y conocedores comentarios de Rafael Sarmiento en TNT), no pude evitar comparar a la gama de artistas que se presentaron, y los que fueron nominados, con los artistas que yo seguí durante dos décadas, las decadas que me formaron musicalmente.
Y he aquí lo que encuentro: cada vez existen menos artistas cuyas trayectorias musicales les permiten superar un lustro. Nombres van y vienen, pero son muy pocos los que logran trascender y hacer una carrera significativa. En unos años, tengan por seguro que el número de los inducidos al salón de la fama de la música disminuirá, simplemente porque muchos de los artistas de ahora son “one-hit-wonders” o no poseen la dedicación y entusiasmo que los separaría del montón.
“Talentos” como Justin Bieber, Lady Gaga, Rihanna, Beyoncé, y muchos más, lo son no por su calidad interpretativa, o por la profundidad de las letras de sus canciones – en las que difícilmente podemos decir que participan –, sino por la cantidad de discos que venden, alimentados por la controversia que les rodea, o por sus coreografías y arreglos musicales, por encontrar un nicho y explotarlo al máximo, aprovechando el consumismo.
Eso es lo que lamento de la industria cinematográfica actual: se ha abaratado la música y muchos artistas se han convertido en “figuras” en vez de ser “líderes musicales”. Hagan un pequeño ejercicio mental: cierren los ojos e intenten recordar un artista o una banda cuya trayectoria musical supere más de cinco años, y luego intenten recordar a aquellos con historial superior a una década, y continúen recordando. Ahora, mencionen entonces los nombres de esos artistas, de esos grupos y díganme cuántos de ellos se han apoyado en la controversia para vender, y cuántas de las letras y melodías de esos verdaderos artistas les han acompañado en sus vidas. ¿Notan la diferencia?
En el 2010, hace cinco años, el principal ganador de la noche fue Lady Antebellum, y otros premiados fueron The Suburbs, The Black Keys, Paul McCartney, Bruno Mars, Lady Gaga, Michael Bublé, Them Crooked Vultures, Iron Maiden, Muse, Jeff Beck, Neil Young, y otros. ¿Alguno de ustedes ha seguido la trayectoria de Lady Antebellum, o ha adquirido el hábito de adquirir discos de los otros ganadores? Sin embargo, les aseguro que han comprado discos de Iron Maiden, de Muse, de Bublé, y de los otros afamados músicos que recibieron premios en esa velada.
A esto es a lo que me refiero: artistas verdaderos, perecederos, son muy pocos. En la ceremonia 57 los “jóvenes talentos” se colgaron de los veteranos, a ver si algo se les pega. Para probar la afirmación que hago, en esta ceremonia los que recibieron más aplausos fueron AC/DC, Annie Lennox, Jeff Lynne, Tony Bennett, Sir Paul McCartney, Madonna, Adam Levine con Gwen Stefani, Prince, junto con las reinterpretaciones de viejos clásicos como “I Put A Spell On You”, “Evil Woman”, “Mr. Blue Sky”, y “Cheek to Cheek”.
Por ello, porque ahora se ensalzan las imágenes y no las trayectorias ni el contenido de las letras, escribo este lamento, esperando que aún pueda apreciar muchos espectáculos más, asistir al ir y venir de los verdaderos artistas, esperando que podamos separar la paja del trigo.
Gerardo Saviola
gerardo.saviola@gmail.com
http://www.hollywoodreporter.com/news/ac-dc-grammys-video-performance-771406