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Crónicas Retrospectivas (IX)

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IX

La conquista más cara de la Revolución, la de las ocho horas diarias de labor, consignada ahora en la Ley Federal del Trabajo, tuvo indudablemente a sus precursores en los ferrocarrileros yucatecos quienes, en el memorial que presentaron a la consideración del consejo de administración, pedían:

Primero. – Disminución de la labor diaria a nueve horas, en la forma siguiente: de seis y media a diez y media de la mañana y de once a cinco de la tarde.

Segundo. – Aumento de jornal en un diez por ciento a los trabajadores de La Plancha, sin comprender los fogoneros, maquinistas y carpinteros.

Tercero. – Aumento del jornal en un veinte por ciento del actual a los carpinteros, pues sus jornales son muy exiguos.

Cuarto. – Nivelar el sueldo a los maquinistas, que ganan menos de cien pesos, a esta suma mensual.

Quinto. – Igualar los sueldos de los fogoneros a cuarenta y cinco pesos mensuales.

Sexto. – Que sean por cuenta de la compañía los gastos de alimentación de los empleados de La Plancha que tengan que prestar sus servicios temporalmente fuera de la Ciudad de Mérida.

Séptimo. – Que sean pagados con doble jornal los trabajos efectuados en domingo y los nocturnos de “velada”.

Octavo. – Que el pago de los jornales y sueldos de los empleados se hagan precisamente en los días quince y último de cada mes, aun cuando estos días sean feriados.

Noveno. – Que se indique a los jefes de La Plancha, con las amonestaciones debidas, que traten con cortesía a sus empleados y subordinados.

Décimo. –  Que la empresa pague a los trabajadores jornal íntegro por el día anterior en que dejaron de trabajar medio día, por haberse reunido para redactar el memorial y para tomar acuerdos relacionados con su movimiento.

Undécimo. – Que el consejo de administración haga la solemne promesa de no separar de su empleo a ninguno de los trabajadores que abandonaron sus labores para unirse al movimiento de protesta, más que cuando haya una causa que amerite justamente dicha separación y que sea superviniente.

Los peticionarios concedieron a la empresa, para dar respuesta satisfactoria a las peticiones, un plazo que no excedía del veinticuatro de abril, debiendo dirigir su respuesta al señor José Inés Peña, quien fue autorizado para comunicarla a sus compañeros, en los talleres de La Plancha.

En la misma junta en que se redactó el memorial, los obreros acordaron dirigirse a sus compañeros de la capital de la República, pidiéndoles toda la literatura necesaria para poder constituir en esta ciudad una sociedad para la defensa de sus intereses.

Fueron informados los asistentes a la reunión de que por la mañana habían sido pagados los corredores de máquinas, pues de otro modo no hubiesen podido salir los trenes.

El memorial de referencia fue entregado, a las once y media de la mañana del día veinte de abril de mil novecientos once, por el señor José Inés Peña al licenciado Julián Aznar, secretario del consejo de administración de Ferrocarriles, quien le manifestó que el lunes siguiente, día veinticuatro, debería hacerle saber la resolución de la empresa.

En los círculos conectados con el movimiento rielero se hizo saber que, si la respuesta no llegaba en el día fijado, los ferrocarrileros se irían a la huelga al día siguiente, martes veinticinco.

Los conductores de trenes, por su parte, ocurrieron a la dirección general mediando un ocurso, pidiéndole que se les dejara en sus líneas en forma permanente pues el sistema de rotación empleado con ellos les traía graves perjuicios, especialmente los que tenían que dormir fuera de Mérida, toda vez que se encontraban en la necesidad de tener que pagar hospedaje en la población donde pernoctaran, o en la de trasladar a ellas a sus familias. La rotación en el servicio de conductores se hacía mensualmente.

La liga de empleados ferrocarrileros, constituida el día veinte de los multicitados mes y año, surgió con motivo de una nueva disposición del director de los Ferrocarriles, señor Federico William Blake, en el sentido de que todos los empleados con manejo de fondos debían caucionar dicho manejo con fianza de persona solvente o de la America Surety Co.

La dificultad de conseguir esas fianzas hizo que se reunieran los ferrocarrileros en el local del Centro de Dependientes de Yucatán para fundar la Liga mencionada, cuya directiva provisional se integró de la manera siguiente: presidente, Fernando Cotaya; secretario, Diego Rendón; tesorero, Alfredo Careta; vocales, Pablo Hernández, Gonzalo Lizarraga, Alberto Tappam, Francisco Heredia, Benigno Ordaz, José Buenfil, Carlos Osalde, Brígido Beytia y Antonio Osorio.

La naciente organización acordó dirigir al consejo de administración un memorial en el cual figuran las siguientes proposiciones:

Primera. – Cada empleado otorgará a los Ferrocarriles Unidos de Yucatán un documento por un mes de sueldo, como garantía de Solvencia de la Liga.

Segunda. – En caso de desfalco o de la falta de cualquiera de los asociados, éstos se obligan a pagar la cantidad desfalcada, en proporción al sueldo que a cada quien corresponda.

Tercera. – Los Ferrocarriles Unidos de Yucatán, en el caso antes dicho, descontarán del sueldo que recibe cada asociado la cantidad correspondiente.

Cuarta. – La garantía o caución para cada asociado nunca será mayor que el monto del sueldo anual, es decir, que la cantidad que la Liga deberá reembolsar a los Ferrocarriles en caso de desfalco o falta nunca será mayor que la suma equivalente al monto del sueldo anual del empleado en falta.

En el propio memorial, la Liga suplicaba a la empresa que cesara el sistema de rotación de los conductores, por considerarlo perjudicial a los intereses de dichos empleados.

Esteban Durán Rosado

[Continuará la semana próxima…]

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