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Perros de terapia en el Síndrome de Asperger

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Perros de terapia en el Síndrome de Asperger

El Síndrome de Asperger es un trastorno profundo del desarrollo cerebral. Se ha demostrado que el trato con perros puede ayudar al paciente en gran medida a sobrellevarlo.
El Síndrome de Asperger es un trastorno profundo del desarrollo cerebral. Se ha demostrado que el trato con perros puede ayudar al paciente en gran medida a sobrellevarlo.

Un perro de terapia es una herramienta muy flexible que puede aportar un gran número de respuestas para todos los niveles del síndrome de autismo.

El Síndrome de Asperger es un trastorno profundo del desarrollo cerebral caracterizado por deficiencias en la interacción social y en la coordinación motora, y se hace evidente por los inusuales y restrictivos patrones de interés y conducta. Este comportamiento fue observado y descrito por primera vez por Hans Asperger, un médico austriaco cuyo trabajo fue traducido al resto del mundo en los años 80.

Se considera que el Síndrome de Asperger afecta de 3 a 7 por cada 1000 niños entre 7 y 16 años de edad. Las cifras no son exactas, pero se reconoce que es un trastorno que afecta más frecuentemente a los niños que a las niñas.

  • El niño que padece de Asperger tiene un aspecto externo normal, suele ser inteligente y no tiene retraso en la adquisición del habla
  • Presenta problemas para relacionarse con los demás niños o adultos y, en ocasiones, presentan comportamientos inadecuados
  • La capacidad intelectual de los niños con Síndrome de Asperger es normal y su lenguaje normalmente sólo se ve alterado cuando es utilizado con fines comunicativos
Se considera que el Síndrome de Asperger afecta de 3 a 7 niños por cada 1000, y el rango de edad oscila entre los 7 y 16 años.
Se considera que el Síndrome de Asperger afecta de 3 a 7 niños por cada 1000, y el rango de edad oscila entre los 7 y 16 años.

Dicho esto, analizaremos cómo un perro de terapia puede ayudar a ser más sociable y a detectar crisis.

¿Qué puede aportar un animal en las terapias?

  • Vínculo
  • Confianza
  • Seguridad
  • Mejor manejo del tiempo
  • Integración sensorial
  • Reducción de la ansiedad
  • Autocontrol
  • Mejora de los patrones del sueño
  • Reducción de estereotipias
  • Aportes en el desarrollo de la afectividad
  • Mejora de la comunicación
  • Mejora de la integración en la sociedad

El síndrome de autismo puede ir desde el déficit de atención, con o sin hiperactividad, autismo leve, síndrome de Asperger, autismo moderado hasta el autismo severo. Todos ellos pueden tener un buen nivel de funcionamiento, bajo nivel de funcionamiento, o alto nivel de discapacidad.

Un perro que trabaje con personas que padecen Síndrome de Autismo debe poseer características muy específicas: tranquilo, entrenado para esperar respuestas verbales o físicas.
Un perro que trabaje con personas que padecen Síndrome de Autismo debe poseer características muy específicas: tranquilo, entrenado para esperar respuestas verbales o físicas.

Un perro de terapia puede ejercer un apoyo emocional o una distracción temporal capaz de sacarlos de una situación difícil o peligrosa, siendo el perro un elemento que puede capturar su atención. Para desarrollar las áreas de las emociones, la creatividad y las habilidades sociales en estos usuarios, es necesario trabajar con regularidad con el animal y la persona. Los ejercicios suelen ser muy sencillos al principio, pero sirven para crear un hilo de conexión entre el perro y la persona, sirviendo como trampolín hacia las relaciones con otros seres humanos.

Un perro que trabaja con usuarios con Síndrome de Autismo tienen que ser un animal muy tranquilo y con un cierto grado de madurez que le permita soportar ruidos extraños, movimientos bruscos, gritos y contactos fuertes.  Además, el perro tiene que ser paciente, capaz de esperar las respuestas verbales o físicas de algunas personas incapaces de reaccionar con agilidad o rapidez. Aunque el usuario no sea agresivo, el profesional de salud o el técnico en terapias siempre tendrá que estar muy atento para prevenir cualquier maltrato hacia el animal.

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Los cachorros pueden ser buenos candidatos a perros de terapia, pero deberán tener una mayor vigilancia por parte de la familia o del equipo médico para controlar la convivencia entre el paciente y el can.

Un cachorro, por su espontaneidad, por su alegría y energía y por los sentimientos que incita, también puede ser una herramienta excelente para este tipo de pacientes, pero requerirá mayor supervisión por parte de la familia o equipo técnico para controlar la situación entre el usuario y el animal. Enseñar al perro a que debe responder siempre, de manera apropiada y rápida, sin forzarle ni intimidarle, es clave para poder tener a un animal en un centro de terapia. Un perro que se fija en ti, que se sienta a la orden y que sabe estar quieto —y además que cumple las ordenes de manera rápida y con alegría— es un perro dispuesto a trabajar contigo. Es más, los ejercicios de obediencia forman la base necesaria para poder avanzar en el futuro, para poder ir ampliando hacia el deporte, las terapias o trucos con el animal.

Cuando se inician sesiones con un perro de terapia tomemos en cuenta lo siguiente:

Primero tendremos que encontrar la manera de capturar el interés de la persona (usuario) hacia el perro. A veces esta simple tarea puede resultar difícil y tomar tiempo. Se puede empezar utilizando técnicas de sustitución, sesiones de terapia en las cuales los profesionales de salud juegan con el usuario utilizando un juguete; posteriormente se puede cambiar el juguete por un peluche (más parecido a un animal) para, posteriormente, llegar al perro de terapia. Los perros, con sus movimientos, texturas, olores, y sonidos servirán para estimular todos los sentidos y despertar “reacciones emocionales y cognitivas” que a la vez permitirán al usuario acercarse un poco más hacia el mundo exterior o a su entorno más cercano.

Podemos empezar dando cortos paseos con el animal, cepillado su pelo y tirándole pelotas. Estos ejercicios, que son básicos, pueden llegar a llevar tiempo y tenerlos que dividir en pasos, o sea, quizás estemos un tiempo solo paseando al perro, para seguir ampliando los ejercicios con el cepillado y más tarde pasar a tirarle pelotas. El ritmo de los ejercicios siempre lo marcará el usuario y sus progresos.

Es imprescindible la complicidad de la familia y los profesionales de salud cuando tratamos con animales y autismo. Si el usuario no responde al animal habrá que encontrar, entre los gustos de la persona, la manera de reenfocar su interés hacia  el perro.

Las terapias con perros son de gran valor ya que nos aportan muchos beneficios de socialización y cuidado, demostrando así que no solo son animales valiosos a los que debemos cuidar y respetar, sino que son capaces de cuidar y ayudar al ser humano sin pedir nada a cambio, más que nuestra atención y cariño.

Dra. Carmen Baez Ruiz

Emails: drabaez1@hotmail.es

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