En esta ocasión, tuvimos el inmenso placer de platicar con nuestro Master y gurú musical del Diario del Sureste, el gran amigo Ricardo Pat.
Ricardo, a través de esta entrevista, nos presenta otras facetas que tal vez no sean del conocimiento de la pléyade de amistades y conocidos de los que se ha hecho a lo largo de su carrera profesional y artística. Filántropo, músico, todo eso lo abrevó en su hogar, pero sus otras inquietudes y habilidades las ha adquirido por medio del esfuerzo continuo y, sobre todo, guiado por una absoluta convicción y dedicación.
A través de su experiencia de vida, Ricardo Pat se ha ganado el aprecio de muchas gentes, en muchas diferentes arenas y ámbitos, y su natural inquietud y deseos de superación continúan guiándolo.
Si bien su piedra angular y pasión particular ha sido la música, en la entrevista nos enteramos de otras cosas que están tal vez un poco más cercanas a su corazón.
Disfruten la entrevista con Ricardo, un gran amigo, incansable artista, y uno de “los buenos”.
Gerardo Saviola
Platícanos un poco de tus orígenes familiares, Ric: tus padres, tus hermanos, influencias familiares, lugar de nacimiento, edad, cónyuge, hijos, etc.
Mis padres provenían de provincia: ella de Abalá, y él de Izamal. Yo nací hace 50 años en Mérida, donde también lo hicieron mis hermanos Enrique, Raymunda y Juan. Por parte de mi padre tengo otros hermanos: Arturo y Germán. Vivo con Patricia, Hugo, Tania y Leo.
¿A quién de tus padres le gustaba la música y de qué tipo? ¿Cuál es el recuerdo más distante que tienes sobre la música?
Mi padre era trovador. Interpretaba con gran sentimiento lo más granado de la trova yucateca, boleros, y además componía sus propias canciones, casi todas enfocadas a los sentimientos de amor y desamor que las mujeres propician en los hombres, muy buenas todas. Mis tíos Jaime y Alberto también eran trovadores, al igual que mis primos. Todos creaban canciones propias, algunas fueron grabadas en disco por ‘Los Soberanis’, un grupo muy popular en aquella época en Mérida. Fueron años en los que yo recién descubría la música, a través de los discos de 45 rpm, los cuales escuchaba en un pequeño tocadiscos, un artículo ya extinto del mercado. Era un niño aún, así que escuché todo lo que pude en varios géneros, y uno de mis favoritos era la trova.
Para mí fue muy emocionante que composiciones de mi padre fueran grabadas en disco, todo ese proceso forma parte de mis recuerdos más queridos. En el álbum se incluyeron una canción de mi tío Alberto (‘Isla Pérez’) y otra de mi papá llamada ‘Pobre de Panchito’, ambas en versión cumbia, con buenos arreglos con solos de trompeta, sax. La noche que la banda presentó el disco, mis padres acudieron como invitados especiales; verlos salir juntos, enamorados, fue algo que me hizo entender el poder de la música: que una vez rendido ante ella, ésta adquiere en ti un matiz inagotable.
¿Desde siempre viviste en la frontera Sur de Mérida? ¿Qué recuerdas más de vivir en esa zona brava?
Nací cerca de la célebre Villa Palmira, frente a la gasolinera ‘Los Cocos’. Ahí crecí y disfruté mi niñez, hice amigos, jugué de todo, fútbol, béisbol, kimbomba, tamalitos a la olla, trébol, encantados, caza venado. Ya siendo adolescente mis padres decidieron mudarse a San Antonio Xluch. Para vivir ahí debes implicarte con su entorno, conocer a su gente, saber cuáles son los problemas cotidianos, apoyar para solucionarlos. Mi madre era presidenta del grupo de asistencia social ‘San Vicente de Paul’, que velaba por los ancianitos abandonados de esa colonia. Mi padre fue comisario municipal, lo que hizo que mi familia conviviera a fondo con todos ellos, y los llevó a ser figuras centrales en el desarrollo de esa colonia. Ambos ayudaron a que ahí llegara la luz, el servicio de agua potable, pavimentación, desarrollo deportivo, etcétera. Fueron auténticos pioneros. Eso recuerdo principalmente. El sur profundo es un ente vivo, que transpira y te conmueve.
Cuando cumplí los 18 regresé al rumbo de ‘Los Cocos’, al mudarme con mi hermano Enrique, quien es una pieza clave en mi vida, ya que siempre estuvo muy pendiente de mí y de toda la familia. Mi gusto por la lectura se acentuó, escuchaba toneladas de música, comencé a dibujar para una revista autogestiva con otros compañeros de izquierda. Fueron años formativos en los me sumergí en la problemática social. La situación en mi país me conmovió, pero también la de Centroamérica y de todo mundo, pues éramos ecologistas. Promovíamos cultura. Vivir en esa zona fue fantástico, porque su ubicación facilitaba el acceso a muchas otras colonias.
Debo señalarte que conozco plenamente la ciudad, la he recorrido a través de los años, tengo amigas y conocidos en muchas colonias, ya que visitaba con frecuencia a mis personas favoritas. Por eso yo sí asistía a las tocadas en el CUM y la Modelo, porque nunca tuve problemas para transportarme de un punto a otro en nuestra capital.
Sabemos que le metiste a las artes marciales desde chamaco, ¿por qué elegiste esta disciplina? ¿Te sirvió? ¿Para qué?
A esa edad buscaba decidir entre continuar jugando fútbol, donde comenzaba a destacar, o iniciar un proceso en el karate, el cual había practicado solo de manera empírica. Enrique me aconsejó dejar de idolatrar a Bruce Lee (de quien tenía varios posters en mi cuarto) y, sobre todo, que tratara de imitarlo. Ingresé al dojo del maestro Hernán Sobrino Baeza, quien mezclaba las bases del estilo de kung fu chino, wing chun, con otras técnicas tomadas de otras disciplinas, principalmente del boxeo, pero también del Shotokan, Tae Kwon Do, todo aplicado para peleas de Full Contact. Era un método excelente, muy efectivo en el combate real. Estuve con ellos cerca de 9 años, combatiendo a nivel semi profesional. Me sirvió mucho, me ayudó a encontrar un equilibrio único ya que las artes marciales, además de la disciplina física, te ayudan enormemente en el desarrollo de la mente. Algunas técnicas que aprendí ahí fueron importantes en mi desarrollo como intérprete años más tarde.
¿A qué edad se dio el “boom” musical en ti y qué lo detonó? ¿Qué se escuchaba en esos días?
Pues yo crecí rodeado de cumbias, boleros, baladas, música clásica, trova yucateca y cubana. Pero cuando tenía 12 años comenzó la fiebre de la música disco, que me entusiasmó al inicio, pero me aburrió casi de inmediato. Mi hermano Enrique fue el culpable de mi afición al rock, ya que un día me regaló varios de sus álbumes de The Beatles, Cream, Jimi Hendrix, The Doors, Janis Joplin, Iron Butterfly, los Rolling Stones, The Who y uno de la Revolución de Emiliano Zapata. Los escuché todos y quedé atrapado.
Platícanos cómo le hacías para conseguir música, o para escucharla: tus contactos, dónde se reunían, cuáles eran las reglas de convivencia.
Escuchaba música por la radio, pero escuchar rock principalmente era por la noche, ‘pescando con la antena’ alguna estación gabacha. Los cassettes fueron mi salvación: visitaba a amigos que tenían otros discos y los grababa. También comencé a comprar mis propios discos. A través del novio de mi hermana conocí a un colega apodado ‘Tres Patines’ (sí, como el del programa cubano), quien vivía por la Alemán y tenía una super colección de discos importados. También frecuenté a Rubén González, de los ‘Green Grocers’, a quien visitaba en su casa de la García Ginerés, cerca del parque de las Américas; con él intercambiamos mucha música, con Javier Álvarez conseguía de rock nacional. Fueron varios amigos los que me ayudaron a escuchar a muchas bandas: Jorge Cervera y su hermano Cuco, poseedores de una auténtica hemeroteca rockera, siempre me grababan los discos que les solicitaba, pero también recomendaban a otras bandas buenísimas. Otros que compartieron conmigo muchos discos fueron Rafael Castillo (+) y Julio Cauich.
¿Cómo te veían, y trataban, en el Sur dadas tus influencias y amistades musicales? ¿Te respetaban?
Pues allá sabían que me gustaba el rock, pero jamás interfirió en mi relación con ellos. La mayoría escuchaba cumbias. Recuerdo una vez que me insistieron en que los acompañara a ver el estreno de ‘Rigo’, una película biográfica del famoso intérprete de música tropical y, pues, me dormí en el cine, ante la risa de todos. Me respetaban porque yo los respetaba a ellos, pero no necesariamente por mis gustos musicales.
¿Nunca intentaste tocar un instrumento musical? ¿Qué sucedió?
Mi padre y hermano hicieron todo lo posible para que aprendiera a tocar guitarra, y hubo un tiempo que me dediqué a ensayar y logré tocar perfectamente ‘don Pepe’, y una que otra pieza sencilla, pero jamás me animé a continuar. Ya cuando me metí al negocio en los tiempos del ‘Blues & Rock Project’ llegué a tocar la batería bastante decente, pero preferí dedicarme a la voz.
Divide tu vida en etapas, y entonces dinos un disco/rola/artista de cada una de esas etapas que consideres que fue trascendental en tu vida, y por qué
La dividiría en tres.
La primera con Led Zeppelin, el grupo que definió mi gusto por el rock. El primer álbum que escuché de ellos fue el ‘Led Zeppelin II’. A partir de entonces adquirir discos de otros artistas fue para mí algo prioritario, la necesidad de escuchar más y más música.
La segunda, siendo joven con la música de protesta que fue también muy importante. Vivir en el sur hacía que la obra de alguien como, por ejemplo, Víctor Jara calara muy profundo en mí. Gabino Palomares, Amparo Ochoa, Mercedes Sosa, Silvio Rodríguez, Pablo Milanés, Amaury Pérez, fueron artistas que marcaron mi vida.
La tercera es la actual, donde disfruto a mis grandes ídolos de la Música Clásica. Desde niño escuché a Mozart, Beethoven, Bach, Vivaldi, Tchaikovsky. Me acompañaron a lo largo de los años y ahora nuevamente me he conectado con ellos. Por eso soy fanático de Rainbow y todo el rock neoclásico, porque combina lo mejor de ambas escuelas musicales.
¿Fue Diario del Sureste tu primer trabajo?
Sí. Llegué ahí en 1982, por recomendación de mi amigo periodista Manuel Cervera.
Platícanos cómo fuiste a dar al Diario del Sureste y cómo influyó en ti
En ese tiempo yo pintaba en acrílico, y también con lápices de colores, y vendía mis dibujos. Tenía un cliente fijo, un doctor fanático de Los Beatles que me compraba todo lo que pintaba de ellos. En un viaje al DF conocí al tío de mi amigo Juan Ferráez, quien trabajaba en el periódico Excélsior, le hice un retrato en caricatura y quedó fascinado. Me preguntó que si había pensado algún día dedicarme a cartonista. Como era un dibujante compulsivo, hice caricaturas de muchas personas. Manuel, quien ya trabajaba en el Diario del Sureste como reportero, fue quien me dijo que había oportunidad de laborar allá como diseñador. Así empecé una trayectoria que me llevó a ser caricaturista, diseñador y armador de suplementos. El Diario del Sureste fue nuestra escuela periodística: no solo aprendimos de redacción sino también de los procesos de producción.
¿Cuándo nace tu afición por la caricatura y quiénes fueron tus influencias?
No sé cuándo nace. Mis padres decían que dibujaba desde muy pequeño: siempre me la pasaba dibujando, no paraba hasta que de plano me obligaban a ir a dormir. Rius fue mi principal influencia, siempre quise hacer eso: contar historias aderezadas con dibujos como hacía él con ‘Los Supermachos’ y ‘Los Agachados’. Quino, el creador de Mafalda, es otro gran maestro que influyó mucho en mi estilo. Esto permitió que mis garabatos fueran publicados en la mayoría de los periódicos locales.
¿Tomaste clases? ¿Cómo te diste cuenta de que tenías la habilidad para dibujar? ¿Qué buscas con la caricatura?
Sí. Estudié en dos etapas, en el Centro Estatal de Bellas Artes, dibujo, pintura, modelado, grabado. De niño, cuando se ubicaba en la calle 59 x 62 y 64, y ya de adolescente en su ubicación actual en la avenida Itzaés. Me di cuenta de mis habilidades cuando mis padres decidieron pagarme clases particulares de dibujo, bajo la guía de una maestra. Gané un tercer lugar de dibujo nacional, me dieron mi medallota pero, como era un niño, me robaron mi beca. No sé qué busco con la caricatura: a veces hacer reír, otras crear conciencia, una mezcla de ambas.
¿Cuál de tus caricaturas es la que más te ha gustado, nos la compartes y por qué es tu favorita?
Tengo varias. No sabría señalar alguna en especial. Creo que siempre he visto mis caricaturas como medios para causar un efecto especial en las personas, hacerlos sentir bien.
Ahora, con las redes sociales me han contactado viejos conocidos y amigas que me agradecen haberles hecho una caricatura, o sea que yo realmente pasé largo tiempo de mi vida dibujando. Hacía historietas donde retrataba a quienes laboraban conmigo. Incluso fui dibujante en la televisión, en un programa de entretenimiento que se transmitía en vivo por el canal 13 local, donde al final enseñaba qué había hecho; al principio en cartoncillo tamaño poster, pero una noche preparé algo especial y me aventé una manta de 2 metros y medio de alto por cinco de ancho donde dibujé un King Kong, la cara del público y del conductor. La sorpresa cuando la desplegamos hizo que valiera la pena el esfuerzo.
¿En qué momento se combinaron la música con la caricatura en tu vida?
Siempre. Mi vida estuvo rodeada desde siempre de libros, discos y revistas. Por años me negué a ver televisión, prefería pasar horas enteras leyendo novelas de Lovecraft con Black Sabbath de fondo, o cualquier obra de Tolkien con Led Zeppelin. También dibujaba escuchando todo tipo de música: desde óperas hasta conciertos de rock, jazz, blues. Por eso Les Luthiers es uno de mis grupos favoritos, esa mezcla de música brillantemente ejecutada y humor inteligente ha nutrido mi vida de felicidad a través de la risa. Les Luthiers crean caricaturas musicales.
¿Has intentado la animación?
En dos ocasiones participé en la realización de dos cortos animados basados en un personaje mío llamado ‘Uli en Guerrero’, donde trabajaron varios dibujantes, con música original. Era una aventura futurista de ciencia ficción que ocurría en un planeta dominado por una élite oscura que, tras explotar sus recursos naturales, enfrentaba la rebelión de los héroes.
La otra fue ‘Coox Cané, en apoyo al ingeniero Isaías Solís, quien nos pidió ayuda para ese proyecto de titulación. Fueron cerca de 1,500 dibujos para unos 5 minutos de animación, con las voces del Tío Salim, el primer actor Juan Carlos Moreno (+) y tu servidor como la zarigüeya. El ingeniero Solís y yo llevamos un tiempo planeando la producción de cursos en línea para principiantes, donde él se encargaría de la realización y yo sería el instructor. Es un proyecto que seguramente será muy divertido llevar a cabo.
Además de tus facetas más conocidas como caricaturista y músico, escribes, eres promotor cultural, eres benefactor en centros de asistencia, y muchas otras cosas; platícanos, brevemente, cómo se dio cada una de estas etapas en tu vida y, sobre todo, cómo combinas todo.
Pues se fueron dando en mi vida cotidiana. Las enseñanzas de mis padres dieron como resultado todo esto: de joven formé parte del Movimiento Juvenil Parroquial de la iglesia de San Francisco de Asís. Bajo la guía de un sacerdote revolucionario logramos penetrar en el seno de la juventud de colonia del sur, como la Melitón Salazar, Castilla Cámara, Mercedes Barrera y Delio Moreno. También viajamos a varios municipios como Akil, Libre Unión, Yaxcabá, como una especie de brigadas de alegría. Las dinámicas, las actividades, los temas tenían mucho contenido social, y no puedes abordar éstos si no estás dispuesto a apoyar el desarrollo de la cultura y la asistencia en tu entorno. Siempre hay que agendar tiempo para poder llevar a cabo tantas actividades. Actualmente con ‘Antología Rock Band’ seguimos realizando esa labor de apoyo.
De todo lo anterior, si tuvieras que elegir una actividad únicamente como tu favorita, ¿cuál sería?
A estas alturas de mi vida, cada vez me convenzo de que terminaré retornando a la caricatura: quiero publicar mi primer libro y dedicarme a dar clases en línea a nuevos talentos. Quiero retomar a mi personaje ‘Pibil’, sacar tiempo para dibujar nuevamente. Sin embargo, la producción de radio y TV es algo que siempre me ha apasionado. Me encantaría sacar tiempo para realizar de nuevo ‘Radio Fantasía’ o ‘Metalmorfosis’, pero infortunadamente el día solamente cuenta con 24 horas.
Vayamos un poco a la música, ¿nos dices con qué bandas has estado, en qué período y con quiénes participaste?
Mi decisión de dedicarme a la música llegó tarde ya que, cuando tuve oportunidad de meterme a ello, decidí en cambio estudiar artes marciales. Inicié a finales de la década de los 90´s haciendo mis gorgoritos con ‘Blues & Rock Project’, donde participaron Mike Barrera, Juan Cárdenas, Pepe León y Cuco Cervera, y en ocasiones también su hermano Jorge. Tocamos en fiestas y algún bar un granado repertorio de covers de rock internacional.
En el 2005 me uní a la ‘Fuente del Poder’, mi máxima experiencia profesional, ya que pude cantar al lado de mis ídolos Juan Cárdenas, Miguel Barrera y Gabriel ‘Judío’ Ocampo, tres figuras sagradas del rock yucateco. Ellos me ayudaron a mejorar mi entonación y a utilizar el estómago más que la garganta en mis interpretaciones. El repertorio era de locura, pues tocamos clásicas de Led Zeppelin, Cream, Jimi Hendrix, Beatles, Stones, Queen, Deep Purple, James Brown, the Kinks, Blind Faith. Tocamos en infinidad de foros, pero recuerdo con especial cariño un concierto en el bar Las Yardas de Paseo de Montejo. Fue un 14 de febrero. Tocamos puras baladas clásicas de rock en inglés y español, lleno a reventar, con una vibra muy especial. Fui afortunado pues pude disfrutar el final de una era muy padre en la que tocar en un bar permitía la posibilidad de disfrutar de convivencias sagradas.
FUENTE DEL PODER –‘YO TE QUIERO’/’GOOD TIMES BAD TIMES’ Ensayo de la banda. Gabriel’Judío’ Ocampo (batería), Juan Cárdenas (guitarra), Mike Barrera (bajo), Ricardo Pat (voz).
En el 2006 acepté un ofrecimiento laboral importante en un periódico local y abandoné la banda. Gabriel, Juan y Mike trataron de seguir con otra vocalista, pero no cuajó la cosa y se separaron. El ‘Judío’ murió en el 2007 y Mike y Juan formaron ‘Time Machine’, con el baterista Alex Torres, a los que me unía para ocasiones especiales.
Formé ‘Darshan’ a mediados del 2007, una banda que interpretaba covers de heavy metal de las décadas de los 70’s y 80’s. Participaron Rubén ‘Pelos’ González, ex baterista de ‘Green Grocers’ y ‘Sistema Dolby’, Jorge Pech ‘Harris’, bajista de ‘Diamantes Líquidos’ (banda de la que fui manager), y Arturo Castañeda, un guitarrista que se había curtido con ‘Rottor’. Tocamos en algunos eventos, en la Casa de Todos, en fiestas e incluso en el tributo al ‘Judío’ Ocampo en la Casa de la Cultura del Mayab, que se realizó en marzo del 2008. También grabamos un demo con covers de Scorpions, Iron Maiden, Judas Priest y Black Sabbath, el cual producimos en los estudios de In Vitro Music Lab.
Decidí cambiarle el nombre a la banda y llamarla ‘Metalmorfosis’, con la llegada de Matías Martin. Con dos guitarras la banda sonaba poderosa. Tuvimos una única presentación con esta formación en ‘La Quilla’, cuando estaba cerca de Mejorada. Rubén y Arturo salieron, y llamamos a Alex Torres e Iván Montiel (Antología Rock Band), para continuar tocando. Tuvimos algunas presentaciones privadas y bien pagadas. Después llegó Alan Ariel y con él tocamos en el concierto ‘Club Amigos del Rock’ en el teatro Daniel Ayala, donde se realizó un homenaje a don Mario Chacón. Cuando Matías se fue a trabajar al Caribe intentamos Jorge Pech y yo continuar tocando metal y llamamos a Oscar Herrera (Ex ‘Quimera’ y ex ‘Esoteria’) y ensayamos con el famoso Negro Canto (Ex ‘Lacrimae’ y ‘Malinche’). Sonaba de poca máuser, pero lamentablemente los horarios laborales de todos se cruzaban y nos vimos obligados a posponerlo para el futuro. Metalmorfosis me encanta, soy metalero: interpretarlo es un reto pero también una satisfacción.
FUENTE DEL PODER MARK II – ‘YER BLUES’ Tributando a The Beatles en la Casa de la Cultura del Mayab.
Del 2008 al 2010 canté con la ‘Fuente del Poder Mark II’, con los otros dos miembros fundadores: Mike Barrera y Juan Cárdenas, más Jorge Cervera (In Vitro Music Lab), en batería y Eric Flota, otro inmortal del rock peninsular. Tocamos en muchos eventos, incluso en varios municipios: a la orilla del mar en Progreso, en Tekal de Venegas compartimos rolas de Lennon y McCartney, en festivales, eventos culturales y fuimos estelares en tres ediciones de la ‘Beatlemania’. Recuerdo que en la primera edición, que se realizó en la Casa de la Cultura del Mayab, tocamos ante un lleno impresionante, contagiando con nuestros arreglos a todos los asistentes. Aún están en YouTube algunos videos de ese show. Llegamos a tocar en una boda en Buctzoz, con la pareja, sus parientes y amigos bien prendidos cantando todas las rolas que interpretamos. Fue una etapa muy apreciada por mí. Infortunadamente diversos factores extra musicales nos llevaron al mánager Carlos Vivas y a mí a tomar la decisión de terminar ese ciclo. Despedimos a la banda en un concierto realizado en el teatro Daniel Ayala, otorgando un reconocimiento a Mike, Juan y Gabriel (+) por su brillante trayectoria artística. Anita, la viuda de Gabriel estuvo presente y agradeció el homenaje.
En el concierto tributo a Don Mario Chacón que mencioné antes, también participé con ‘El Legado’, proyecto que fue un intento de rescatar aquellas piezas de rock clásico que son necesarias mantener vivas e interpretarlas en vivo, bien ejecutadas, con mucho sentimiento. Nos unimos para esto Matías Martin, Jorge Cervera, Yinmer René Medina y tu servidor, y diseñamos un interesante programa que incluía temas de Creedence, The Doors, Jimi Hendrix, Iron Butterfly. Tocamos después en un bar y después cada cual siguió su camino.
Con ‘Antología’ llevamos trabajando desde finales del 2009. Han desfilado muchos talentos locales y hemos presentado excelentes shows, ganando nuestra reputación con entrega total en escena. Estamos ahora montando los dos próximos shows con los que cerraremos actividad en el 2015. Tendremos varios conciertos en Mérida y al menos uno en un municipio en los siguientes meses.
También estoy montando otro proyecto muy interesante para el mes de septiembre, del cual solamente puedo decir que será muy rockero y divertido.
ANTOLOGIA ROCK BAND – ‘HIGHWAY TO HELL’ En vivo en DELOREAN BAR SANTUARIO SONORO.
Te has hecho de una muy reconocida fama en el medio musical, ¿te ha servido de algo?
Jajaja. ¿Cuál fama? Jamás la he experimentado. Si tomas en cuenta que antes de subirme al escenario a interpretar, yo estuve detrás como organizador, promotor, productor y director de eventos, entonces pues te vas creando una reputación. Creo que a mí me ubican más como promotor que como ‘artista’.
En tu opinión, ¿qué se requiere para que una banda trascienda y un músico pueda vivir de su arte, la música?
La clave está en la entrega. Para ser bueno en este negocio se requiere de ensayo constante. Trabajar en la formación de la propuesta para tenerla pronto lista, presentarla al público y esperar reacción. Hay que trabajar mucho en la identidad, definir qué clase de grupo se quiere ser, una banda para tocar en bares, para crear música propia, para grabarla y promoverla, para interpretarla en vivo. Creo que para triunfar y vivir del arte es importante ser original. Pero en México no basta con tener talento, se requieren muchas cosas extras que dificultan el largo y sinuoso camino al estrellato.
¿Qué otras inquietudes/proyectos no has desarrollado pero que tan pronto te fuera posible desarrollarías?
Pues no creo posible poder realizarlos ya, pero escribí y dirigí varias obras, unas diez, las cuales presenté en el teatro de San Francisco de Asís, el cual tenía aforo para 500 gentes. De ellas, nueve eran comedias y solo una fue un drama. Fueron un éxito total, e incluso llevamos algunas a Progreso, Chelem, Chuburná y otros municipios. Hay al menos dos – ‘El Vampiro’ y ‘El Difunto Muerto No Fallecido’ – que creo valdría mucho la pena rescatar, pues son hilarantes.
¿Qué tu gustaría que se dijera en el futuro de Ricardo Pat?
Nada. Prefiero me lo digan ahora que estoy vivo. Jajaja. No sé, hermano, ni sé si me importa. Me ha quedado claro que, si en la vida decides brindarte, debes estar dispuesto a no recibir ningún beneficio por ello, así que cada una de mis acciones las he llevado a afecto sin esperar realmente ningún reconocimiento.
¿Cuál es la filosofía de la vida según Ricardo Pat? ¿Cuál es el mensaje que nos compartes?
Mi filosofía de vida siempre ha sido tender los brazos, prodigar afecto y buenas vibras. ¿Compartir? Para mí lo más importante es saber reconocer nuestras virtudes, aceptar que somos sobresalientes es básico para ser grandes personas. Nuestras virtudes necesitan un impulso diario para fortalecerse, desarrollarse, echar raíces y crecer con troncos sólidos y ramas extensas. Mientras más frondoso sea nuestro árbol de virtudes, un mayor número de personas podrá cobijarse bajo su sombra.